X-Men nº12

Título: Sangre y Acero.
Autor: Nerocles
Portada: Javier Cuevas Garcia
Publicado en: Junio 2009


Lo que podría haber sido un día normal se transforma en una batalla inesperada. La amenaza del Zodíaco se cierne sobre los mutantes, ¿Pero qué miembro de este extraño grupo atacará esta vez?
“Seres diferentes y por ello inquietantes. Hijos de la edad del Átomo, mutantes. ¡Temidos y odiados por un mundo que han jurado proteger! Estos son los héroes más extraños...”
Stan Lee y Action Tales presentan
Creado por Stan Lee & Jack Kirby

Resumen de lo publicado:  Juliana está totalmente recuperada en el hospital donde estaba en coma. Sin embargo el grupo de mutantes no va a estar mucho tiempo tranquilo pues Apocalipsis se oculta tras la milagrosa recuperación de la chica y prepara a un nuevo grupo de Jinetes. Además, el arcano Coleccionista ha hecho acto de presencia y junto a Caliban, está capturando a los extraños Externos de la tierra. Recientemente, con la incorporación de los nuevos miembros del grupo; Erik el Rojo y Madrox, la Patrulla-X ha recibido la visita de los Amos del Mal, guiados por Capucha Carmesí dispuesta a recuperar el traje de Erik, fabricado en el pasado por su difunto padre, Justin Hammer.



[Estados Unidos]
El tatami estaba algo desgastado, aunque eso, para él, era buena señal. Algunas gotas de sangre aun salpicaban la instancia, llegando en algunos casos a una altura de medio metro en la pared, otra cosa que también le gustaba. Era difícil encontrar hoy día contrincantes dispuestos a luchar hasta dar todo de si y por supuesto lo de aquella película de reunir a un grupo de luchadores para desangrarlos a todos era descabellado. El dinero, sin embargo, podía comprar todas las vidas posibles y el orgullo se encargaba de alimentar las mismas para que no se echaran atrás en el último momento, al ver contra quién tenían que luchar. Serpiente de Acero [1]  era conocido en los peores círculos de lucha por su fama y afición de romper piernas y costillas como mero entrenamiento, siempre y cuando esto fuera lo mínimo y alguien no acabara muerto al finalizar.

—Atacad—ordenó el hijo del Tronador.

Había seis hombres sobre el tatami, todos de gran envergadura. Aquel que flaqueaba en su fuerza, en comparación con el resto, ganaba en agilidad, por lo que suponía que el combate debía estar, en cierta medida, equilibrado. El primero de ellos en decidirse a atacar vaciló, inconscientemente, en el último momento. Su puño se torció un par de grado a medida que descendía sobre el pecho del enemigo a abatir y aunque realmente no tenía posibilidades contra su adversario, este mínimo y torpe gesto hizo que cuatro de sus cinco dedos izquierdos acabaran hechos polvo e inservibles por un par de meses. En esos segundos dos luchadores más se pusieron de acuerdo para atacar simultáneamente, creyendo que su ataque sería más certero así. Sin embargo se equivocaba. Serpiente de Acero se lanzó hacia el que estaba, por apenas cinco centímetros, más cercano a él, sin que su oponente pudiera rechazarlo y se deshizo de su defensa con una contundente patada. Su compañero cometió entonces el error de dudar y en aquel momento, a lo que a él le pareció la velocidad de la luz, su visión se nubló, quedando inconsciente sin saber cómo.

—Si alguno de vosotros, patanes, consigue llegar a golpearme sin que yo bloquee su el golpe recibirá mil dólares extra ¿Os sirve como incentivo?

Los tres luchadores restantes sonrieron, confiados y demasiado seguros de sus posibilidades. En aquel momento un autómata, flotando sobre el suelo, hizo aparición, llamando la atención de Serpiente de Acero.

—Mi señor, tiene una llamada entrante de máxima prioridad.

En aquel momento los tres hombres que quedaban se lanzaron, sin darle tregua al distraído luchador, pero para su sorpresa éste aun tenía un truco bajo la manga. Su pecho, cubierto por un kimono totalmente negro, comenzó a brillar. Seguidamente lo hicieron sus puños y, en aquel momento, una explosión de aire tumbó a sus dos contrincantes, a escasos centímetros de lograr golpearle.

—El combate ha acabado. Al menos por hoy. Podéis descansar.

Al salir de la habitación Davos pasó por su cuerpo una toalla que su asistente mecánico llevaba colgada de uno de sus aparentemente frágiles brazos. No pudo hacer otra cosa que sonreír al comprobar alegremente que, como solían fanfarronear muchos villanos de opereta en el cine, sus contrincantes ni le habían hecho sudar.

Por fin llegó a una sala, distinta a todas las demás, que contrastaba con la decoración tradicional debido al frío metal del que estaban forradas las paredes. Había una gran pantalla en la pared que tenía frente a él, con un gran círculo rojo y las letras “En espera...” parpadeantes. Accionó un botón y un rostro bien recibido por él apareció.

—Davos... mi querido Davos, ¿Cómo estás?—preguntó el hombre sobre el monitor.

—Acabo de terminar una sesión de entrenamiento. Bastante mejorable, la verdad.

—Entonces estarás contento de las noticias que tengo. Tenemos que hablar.

—Está bien, pero deja de llamarme Davos. Recuerde que ahora soy Cáncer.


El Pájaro Negro sobrevolaba Florida. A bordo de la nave iban Eric el Rojo, Madrox, el Hombre Múltiple, el Hombre de Hielo, Forja y Banshee. Mancha Solar prefería volar solo en aquellos momentos, libre. Tormenta se había quedado en la escuela, debido a que, supuestamente, la misión a la que se dirigían no necesitaba de sus habilidades.

—Señores —comenzó Forja— estamos a diez minutos de aterrizar en la costa de Florida.
Recordamos para los más despistados que se trata de una misión de reconocimiento. Hemos recibido noticias de extraños movimientos sísmicos en la costa y tras enviar a las autoridades de la zona no han encontrado nada. El gobierno ha pensado que algún tonto mutante como Avalancha podría estar detrás de todo esto y por seguridad nos mandan a nosotros, aunque en principio sólo somos un grupo de campistas exploradores, se supone que es una misión de riesgo 1.

—Esperemos que no sea nada grave —añadió Eric—.

—Con suerte no lo será, ya verás —Banshee actuaba de forma tranquilizadora. Aunque Eric tenía la suficiente experiencia como para enfrentarse a los Amos del Mal, ninguno de los allí presentes sabía exactamente a cuántos “riesgos” súper humanos se había enfrentado—. Comunícale a Roberto que busque un buen lugar para aterrizar—sugirió—.

—Entendido—respondió Forja, que enseguida presionó el correspondiente control que activaba la radio de su compañero, en el exterior—. Roberto, empieza a descender. Hemos llegado al lugar de los sucesos.

—Ok—Mancha Solar comenzó a descender. Pero eso era una función que su cerebro ordenaba de manera secundaria. Juliana estaba despierta de nuevo y eso era lo que importaba. El mutante tomó tierra y lanzó una esfera energética al aire, a modo de globo, totalmente inofensiva que lo único que pretendía era alertar a sus compañeros que el terreno en cuestión estaba despejado.
Mientras la nave aterrizaba no pudo mirar al mar y, alegre, sonreír con naturalidad.

En otro lugar, en los Estados Unidos, la seguridad de la institución Ravencroft había  sido burlada. El sujeto que había logrado aquella proeza se llamaba, desde hacía relativamente poco tiempo, Hambre, uno de los Jinetes de Apocalipsis. Sus poderes, de origen místico, desbarataban la estructura de las cosas a su alrededor, secándolas, volviéndolas polvo, desnutriéndolas y finalmente, desintegrándolas. Como el fatal hambre que deja en los huesos a los débiles, había dicho Apocalipsis. Las paredes de acero y hormigón cedían a su presencia, el cristal de las cámaras de seguridad se transformaba en polvo brillante y las balas se deshacían en nubes de partículas oscuras cuando estaban a un par de metros de él. Varios guardias habían muerto antes de darse cuenta que enfrentarse a él de forma directa era un suicidio en toda regla. El lugar era un caos, aunque eso a él no le importaba, como tampoco ninguna de las tristes figuras que escapaban y le agradecían su liberación. No. Él había ido allí expresamente por una sola persona.

Siniestro se había adelantado por poco en la captura de Vargas [2]  y desde entonces había desaparecido. Pero su primera misión había dado un giro inesperado. Apocalipsis decidió convertir a Rojo Omega en su jinete antes de lo esperado, por lo que quizás, en el fondo realmente no había fallado. Si esta vez no cumplía con su misión puede que no hubiera más vida.
Finalmente llegó a la celda que buscaba y tras deshacer la puerta con sus arcanas habilidades, entró sin miedo.

—Mortal. Has sido elegido por el Gran Apocalipsis, inmortal y señor del mundo por venir. Has sido elegido como muerte, pero aun no estás preparado. Los fragmentos de destino mostrado deben cumplirse tal y como están escritos, por lo que primero deberás encontrar al otro que podrían convertirse en Muerte.

Un líquido rojizo, espeso, entró en la habitación a gran velocidad y bañó por completo la figura, que sonreía diabólicamente entre las sombras. Tras unos segundos de silencio una tenebrosa figura emergió.

—Echaba de menos esta sensación... ¿Has dicho Muerte? Entonces creo que has llegado al lugar apropiado.

—Matanza es tu nombre [3] , pero si estás dispuesto a seguir al Señor Apocalipsis, pronto podrías ser Muerte ¿Aceptas?

—De momento...

—Entonces te diré a quien el destino quiere que busques y entonces deberás probarte.


[Patrulla-X]

Eric ayudaba a Forja a descargar una caja metálica.

— ¿Puedes decirme que es esto?

—Un sismógrafo, o al menos el mejor sismógrafo que se ha inventado hasta el momento y que supondrá, cuando alguien que no sea yo lo invente, todo un avance en la prevención de seísmos.
— ¿Cuándo lo inventen?

—Por supuesto, la humanidad debe seguir su curso de forma natural, ¿no lo entiendes? De eso va ser mutante... además, seguro que le pondrían un estúpido nombre a mi querido aparato. En cuanto lo hayamos usado lo desarmaré.

— ¿Y los planos?

—En mi cabeza, je je.

—¿Sabes por qué Ororo se ha quedado en la escuela?—preguntó Mancha Solar a Bobby Drake, el Hombre de Hielo, que se encontraba mirando el mar, preguntándose hasta dónde podría congelarlo, o lo que era lo mismo, preguntándose qué tan grande era su poder a día de hoy, sabiendo que la respuesta, como mínimo, era enorme-

—Sencillo, no se ha quedado en la escuela. Habrá llamado a alguna amiga, o peor, puede que haya llamado a Emma para irse de compras. Es lo que hace la gente cuando se agobia, intentar distraerse.

— ¿Y por qué debería estar agobiada? Son tiempos tranquilos para la Patrulla.

—Puede que demasiados. Ororo es feliz con nosotros, te lo aseguro. Pero no me refiero a “con la Patrulla”. Cuando estamos en la escuela es una mujer, una bella mujer más, puede hablar con las chicas, llamar a Gatasombra y preguntarle por sus asuntos, lo que sea. Pero en el campo de batalla, con la presión, uno puede echar en falta tener el “ese” tipo de apoyo que sólo alguien de tu sexo comprende y puede darte. Somos un equipo de fútbol y ella parece la guapa animadora, en resumidas cuentas.

—Es fuerte, lo superará.

—Todos necesitamos a alguien Roberto, ¿no es así?—tras decir esto Bobby se lanzó al mar, deslizándose a través de un camino helado, sobre las olas—. Me adentraré un par de kilómetros, intentaré ver si hay algo extraño allí.

—Perfecto, ¿Necesitáis una mano con ese aparato chicos?

— ¿No debería ser yo el más oportuno para preguntar eso? —sonrió Madrox, que se había dividido en cinco cuerpos nuevos.

—Seguro que Forja no quiere que Madrox toque sus cosas.

—Apuesto al mismo número que el muchacho—añadió Banshee.

Todos rieron, menos el mencionado Forja, que miró por encima de su hombro lo que estaba haciendo el Hombre de Hielo.

—Tranquilos, esto ya está—Forja estaba de rodillas, terminando de dar los últimos ajustes a su máquina—. Con un radio de veinte kilómetros bastará... ¿podéis decirle a Drake que puede dejar de hacer el capullo?

El Hombre de Hielo había creado una gran columna para contemplar el atlántico, que se extendía infinito bajo sus ojos. Había vuelto a la Patrulla-X con un propósito y ese era desarrollar su máximo potencial, tanto tiempo puesto en entredicho. Hacía como medio año, durante una extraña aventura con su compañera Jean Grey y algunos de sus más acérrimos enemigos [4] , se había dado cuenta de hasta dónde podría llegar, pero como siempre el interés se acabó perdiendo. Esta vez tenía que ser diferente. Atesoraría lo que aprendiera y en solitario o con la Patrulla, lo utilizaría para hacer de este mundo un lugar más seguro. Podía sentir el agua chocando contra su estructura, el mismo líquido elevando su temperatura por su creación, siendo cada vez más fácilmente manipulable. ¿Aquél enorme trozo cilíndrico era una extensión de si mismo hasta qué punto?

—Drake, ¿Me captas?

—Alto y claro, incluso sin que utilices el comunicador. Mi pasarela está aun intacta en la costa... puedo oíros a todos.

— ¿Qué?

—Te lo explicaré luego, o al menos lo intentaré—Bobby finalizó la comunicación e instintivamente hizo que si columna helada sucumbiera. Cuando parecía iba a impactar creo una pasarela que rápidamente se conectó con la que le había servido para llegar hasta allí, utilizándola ahora para volver con sus amigos—. Que empiece la prueba entonces—les dijo.


[Tormenta]

Volaba con la sutileza con la que llega el verano, en esos primeros días que se entremezclan con la primavera y el aumento del calor va en aumento, pero sin que nadie llegue a darse cuenta realmente. Le había llevado años volar con aquella precisión, sobretodo teniendo en cuenta que utilizaba aire para mantener su cuerpo levitando. Extremadamente difícil, lo que para cualquier mutante sería la culminación del desarrollo de su poder, para ella era algo ya básico, pues prácticamente, poco o nada le quedaba que aprende sobre si misma. Estaba sola, en un jardín botánico que, cuando ella estaba en la escuela, se encargaba de cuidar personalmente. Ninguna flor se agitaba. Ninguna por la acción de sus poderes.
Tormenta, ¿Puedo ayudarte en algo? Ya fue raro que quisieras quedarte aquí en vez de ir con los chicos. Pero confinarte sola en...

—Agradecería Charles que no merodearas en mi mente.
Simplemente me preocupo por ti.

—Con todos mis respetos Charles. Aun siendo un poderosísimo telépata, nunca has podido discernir con total exactitud lo que pasa por la mente de tus más allegados.  En estos momentos sólo necesito estar sola... o algo así.
Diría que más bien todo lo contrario. Tengo una sorpresa para ti. Le he pedido a alguien que venga. Katherine está aquí.

La mujer sonrió, descendiendo en cuestión de un segundo una vez su mente terminó de escuchar el nombre. Aquella niña, que ya no lo era tanto, era una de las personas con las que más tiempo y experiencias había compartido. La había visto crecer, enamorarse y convertirse en una Mujer-X de pleno derecho. En verdad era lo que necesitaba. Charles Xavier había acertado.


[Pájaro Negro]

Tras algo más de una hora de comprobaciones y lecturas los chicos habían desistido.  No habían encontrado absolutamente nada salvo un movimiento de tierras, posible (y aparentemente) natural, nada fuera de lo común. En el viaje de regreso Mancha Solar había decidido ir a bordo como cualquier otro. Eric tomaba ahora los mandos de la nave bajo la supervisión de Forja, que sabía bien que todo miembro del equipo debía tener ciertas nociones (en realidad, bastante amplias) en el manejo del Pájaro, sobretodo teniendo en cuenta los riesgos que corría ser un hombre-x. Cuando sobrevolaban Carolina del Sur un movimiento brusco de la nave llamó la atención de Forja.

—Eric, estabiliza la nave, no es bueno forzar la maquinaria con un tiempo tan bueno.

—Lo siento Forja, pero estoy pilotando igual que hace diez minutos —tras acabar de decir esto la nave volvió a agitarse, sin violencia, pero visiblemente fuera de control, no teniendo nada que ver lo que hacía Eric el Rojo sobre los controles con la dirección que estaban tomando.

—Bien chicos, poneos los cinturones, no sé de qué se trata esto pero no me huele bien.

La nave se detuvo en seco en ese momento. Ante la expectación de todos, que ya se creían muertos o algo peor, comenzó a descender con lentitud y suavidad.
— ¿Magneto?
—Improbable—respondió Eric—. Veo a alguien ahí bajo, pero no responde a la figura de Magneto. Además está usando algún tipo de maquinaria, seguramente la que retiene nuestra nave.

—Entonces esto es la típica invitación al baile de primavera que se le hace a la Patrulla-X —dijo jocoso el Hombre de Hielo—. Estad preparados chicos, pero no preocuparos por el descenso, si ese tipo quisiera matarnos ya hubiera gastado inútilmente su primer intento.


[Otro mundo, otra Galaxia]

—Monitorización lista. Sujetos encontrados y analizados, son ellos ¿inicio transporte señor?

—Espera un poco ingeniero, este grupo no es exactamente el que mejor conozco. Es realmente extraño, ¿Son ellos realmente?

—Según nuestros agentes en la Tierra, si. Sobre eso señor, ¿por qué no les pedimos a ellos que los transportaran hasta aquí? Habría sido mucho más fácil.

—Eres demasiado joven para entender el valor que tienen nuestros agentes infiltrados en otros mundos. No podemos comprometer por nada del mundo sus identidades, mucho menos sabiendo que otros podrían tener sus ojos puestos sobre la Patrulla-X. Nosotros nos encargamos del teletransporte porque, de rastrear la señal de emisión, sólo darían con unas coordenadas que quedan demasiado lejos de su mundo como para molestarse. Que ninguna de las órdenes del Imperio te parezca estúpida muchacho, no arriesgues tu puesto cuestionando a tus superiores.

—Entendido señor, ¿entonces?

—Dejaremos que, como suele pasar en estos casos, peleen contra el captor de su nave. Si todo se desarrolla con normalidad ellos vencerán, por eso les buscamos. Limítate a contemplar este espectáculo.

—A la orden.


Ninguno le conocía, pero él no esperaba otra cosa. La Patrulla-X eran conocidos de Daniel Rand [5] , pero no de Serpiente de Acero. O mejor dicho, del nuevo Cáncer. A él no le importaba nada de aquello. La Patrulla-X era solo un medio a su fin; demostrar que era digno merecedor del título. Demostrar a aquel que le había enseñado tanto de si mismo que merecía seguir a su lado.

—Patrulla-X, yo soy Cáncer y reclamo vuestra sangre—sentenció Davos, que estaba escoltado por seis androides de combate, de alrededor de dos metros de altura, los mismos que él solía utilizar para entrenar cuando no encontraba a nadie que a quien partir los huesos.

—Vaya, ¿Un majara?

—Tiene un generador de campos magnéticos portátil, no creo que sea un majara—respondió Forja. Todos se encontraban bajo del Pájaro negro y nadie había dicho aun una palabra en voz alta hasta entonces—. Llevad cuidado.

—Como siempre—dijo Banshee.

Dos androides, con una orden verbal de Davos, se lanzaron contra la Patrulla. Nada pudieron hacer, pues tan rápido como se movían lo hacían los mutantes. Mancha Solar no tuvo ningún problema en lanzarse al vuelo y recordando a su viejo amigo Bala de Cañón, atravesó a uno de ellos valiéndose simplemente de su descomunal fuerza.

—Entonces primero serán los orgullosos—Cáncer se lanzó al ataque, con el otro androide intentando acertar a Forja y éste siendo escudado por los restantes miembros del grupo parecía tener la distracción adecuada.

Se dirigió directo hasta el brasileño, que aunque no andaba distraído si quedó asombrado de la agilidad de aquel hombre, que había recorrido una distancia de al menos quince metros a mayor velocidad que su esbirro de metal. Mancha Solar respondió por instinto lanzando una ráfaga de energía, lo suficiente potente como para tumbar a un rinoceronte, pero no para matarlo. Cáncer la esquivó como si tal cosa fuera normal. No se movía como Mercurio [6] , pero sin lugar a dudas podría darle problemas al hijo de Magneto. Cuando Mancha Solar se quiso dar cuenta ya era presa del abrazo de Davos.

—Lo siento buen hombre ido, pero no creo que me supere en fuerza.

—No pienso retenerte mucho más tiempo del necesario chico y tu fuerza pronto será inexistente.

En aquel momento el mutante sintió un sudor frío recorriendo su cuerpo. Temblaba sin sentir dolor y sentía una sensación parecida al estómago hambriento, pero a lo largo de todo su cuerpo. En cuestión de diez segundos había pasado de ser una mancha oscura con forma humana, signo de la activación de sus poderes, a ser un chico más, débil, en el suelo. Con esto Davos se había ganado la atención de su público. La parte superior de sus ropas, las que cubrían su torso, habían desaparecido.

—Vale, se llama Cáncer y tiene el símbolo astral de cáncer en el pecho—apuntó Bobby Drake—.
¿No os parece graciosísimo?

—Me parece peligroso—dijo Forja muy serio—. Ha absorbido las energías de Roberto como si tal cosa y no sé si soy yo, pero me parece que sus músculos ahora están más marcados.

Sin mediar palabra, un sonriente Davos hizo un extraño gesto. Lanzó su puño derecho hacia abajo, quedando sus nudillos a la altura de la parte izquierda de su cadera, comenzando entonces a elevar su brazo de manera graciosa, dibujando un arco sobre él a medida que abría las palmas de su mano. Seguidamente repitió el movimiento con su mano izquierda y, una vez acabado todo el baile, en cuestión de tres segundos dijo para si mismo:

—Danza sónica del Tronador —y chocó las palmas de sus manos fuertemente. El efecto fue inmediato, una onda vibratoria se extendió hacia delante e hizo saltar por los aires su propio androide, que aun peleaba con Banshee y Eric el Rojo. Éste último también sintió los efectos de aquel ataque, quedando desconectados todos sus circuitos al instante. El resto de miembros del grupo cayeron tumbados, como si hubieran sido golpeados por el Juggernaut. Incluso el pájaro negro se movió.

— ¡Patrulla-X reagrupaos ya!—ordenó Forja— Madrox, empieza a multiplicarte y rescata a Roberto. Bobby, aleja a ese tío de nuestro amigo ahora, dale margen a nuestro querido multiplicador. Banshee...

—Me encargaré del resto de androides —interrumpió el escocés a medida que volaba. Afinó sus cuerdas vocales a una determinada longitud de onda, sabiendo que si lo hacía bien, podría desbaratar a los brutos mecánicos. Un primer intento falló, haciendo simplemente vibrar su carcasa de acero, pero seguidamente moduló la frecuencia varias veces, hasta que uno de ellos reaccionó y se desconectó. Repitió rápidamente el proceso, mientras veía al Hombre Múltiple (varias de sus copias, en realidad), acercarse al hombre que se había presentado como Davos.

—Eres solo un hombre—dijo Davos—. No veo auténtica energía en ti.

—Te equivocas astrólogo, soy muchos hombres—respondió el mutante mientras diez de sus gemelos rodeaban a su adversario.

Al Hombre de Hielo no le había dado tiempo a actuar conforme a la orden de Forja. Estaba paralizado. Había intentado congelar levemente el riego sanguíneo de su adversario, creyendo que podría desorientarlo o producirle algún dolor de cabeza por la impresión, pero no lo conseguía. Si aquella máquina que había utilizado para capturar el Pájaro Negro sólo servía para eso, aquel hombre tenía la capacidad de controlar su temperatura interna al gusto, más allá de cualquier experiencia que un humano pudiera adquirir, ¿Era un mutante?

—Eric, ¿estás bien? —preguntó Forja, sabiendo de antemano la respuesta.

—Mis sistemas están dañados, no creo que sea grave, mi tecnología es superior a la de cualquiera de esos androides pero necesitaré asistencia.

—Bien, vuelve a la nave y reinicia los sistemas, no creo que haya podido atravesar la carcasa del Pájaro Negro, pero puede que haya vuelto loco el sistema de navegación.

—Quiero ayudar.

—Lo sé, pero sin tu armadura ahora no puedes.

—Entendido—las palabras de Forja solían sonar duras, pero Eric sabía que todo lo que salía por su boca solía ser una respuesta lógica. Obedeció inmediatamente.

Madrox había perdido ya a siete de sus copias, pero inmediatamente surgieron diez más, de las que sin duda alguna Cáncer se encargaría rápidamente. Sin embargo en aquel momento no importaba. El Madrox original había conseguido sacar a Roberto DaCosta del lugar y ya estaba subiéndolo a la nave. Sin contar a las cinco copias del Hombre Múltiple que quedaban tras dos segundos más de combate en pie, Banshee, Forja y el Hombre de Hielo eran los únicos hombres-x con capacidad de hacer frente al agresor. Tras tres segundo más, ya no quedaban copias.

— ¿Y vosotros sois la mítica Patrulla-X?

—Esto pinta mal. No es súper veloz, pero es más rápido que nosotros volando o deslizándonos—dijo el Hombre de Hielo—. ¿No os recuerda ese símbolo al de Puño de Hierro?

— ¿No quedamos en que era el símbolo de cáncer muchacho?—preguntó Banshee.

—No, me refiero... no es exactamente el símbolo astral. Si os fijáis bien está compuesto por dos dragones o algo así, enroscándose. Es el símbolo de cáncer, pero al mismo tiempo está formado por otra cosa.

—Los poderes de Puño de Hierro según creo son de origen místico—añadió Forja intentando recordar un dato que no sabía a ciencia cierta—. Si la fuente de poder de ese tío es igual...

—Dejad de cuchichear ratas...—Davos extendió la palma de su mano hacia delante, pero ya fuera por miedo o instinto, el Hombre de Hielo lanzó un contundente dardo gélido, dando en el blanco y acertando a su adversario. El primer golpe certero en realidad desde el comienzo del combate.

—Vale, eso ha estado bien, creo que es el momento de atacar—Forja se lanzó el primero, empuñando dos pistolas energéticas modificadas por él mismo para hacer su manejo más cómodo.
Aun con Cáncer sangrando, la herida no había sido demasiado profunda. En la piel normal el dardo hubiera atravesado la mano, pero en este caso no había sido así. Forja mantenía en movimiento continuo a Davos, momento en el que Banshee se volvió a elevar para aturdirle, pero la reacción del hijo de K’un-L’un fue más rápida.

—Lanza dorada de K’un-L’un—al decir esto extendió su dedo índice hacia la posición del escocés. Cuando tuvo totalmente elevado su dedo, primero emergió una pequeña chispa amarilla, que precedió a un dragón de energía dorada, delgado, que acabó por hacer impacto en Banshee.

— ¡Bobby!

—Ya voy —el Hombre de Hielo dio un par de pasos y empezó a dibujar en su mente. Primero levantó una pared que separaba a Banshee de cualquier golpe directo de Cáncer. Luego una columna, casi al mismo tiempo, ya se había erguido. Parecía como si la trayectoria del mutante fuera a empalarlo, pero la idea era otra. Cuando estuvo cerca del vértice de la columna empezó a generarse un tobogán, que acabó por devolver al escocés a tierra lo más cómodamente que era posible en aquel momento.

—Tal vez no pueda tocar el interior de cuerpo feo—dijo el Hombre de Hielo—, pero seguro que puedo congelar lo que hay a tu alrededor.

Las manos de Cáncer quedaron dentro de grandes bloques de hielo y la sorpresa no le dio tiempo a compensar el peso, por lo que cayó junto con todo su cuerpo a tierra. El hijo del tronador en aquel momento miró a Forja, que parecía el más decidido a matarle y volvió a invocar un extraño sortilegio.
—Brumas místicas— tras lo cual sus ojos se tornaron blancos.

Los disparos de Forja, entonces, ni se acercaban. No conseguía centrar su objetivo y hasta la guía de sus armas estaba fallando. La figura de Cáncer parecía dispersa, humeante, mientras que el terreno se balanceaba. Se trataba no sólo de una acción evasiva, si no también ofensiva. No era que Forja no pudiera acertar en el blanco, si no que sus sentidos también se veían afectados. Davos hizo brillar sus puños y el hielo en sus manos se quebró.

—Esto acaba aquí Patrulla-X—sentenció mientras el símbolo de su pecho brillaba con un fulgor escarlata.

No obstante en aquel momento Davos fue el más sorprendido. El Pájaro Negro también comenzó a brillar, seguido de cada miembro de la Patrulla-X que aun estaba en el improvisado campo de batalla. Instantes después, cuando los cuerpos alcanzaron su máximo brillo, desaparecieron.
Cáncer sonrió para si mismo en principio, pero luego su gesto cambió. Realmente no había vencido a la Patrulla-X y había sido toda una suerte obtener toda aquella energía del primer mutante al que se había acercado. Desde luego no había perdido, pero tampoco había ganado, ¿Cómo se lo tomaría aquel que debía decidir si realmente era digno de ser el hombre llamado Cáncer? Y lo que era más extraño aun, ¿Qué había sido de la Patrulla-X y su nave?


Mancha Solar fue el primero en despertar. Se encontraba en una camilla, como pudo comprobar al mirar a ambos lados, junto a sus compañeros, pero a diferencia de ellos, él tenía sobre su cuerpo una extraña placa emitiendo luz.

—Es un proceso de recarga, espero que no te haya molestado. Se utiliza normalmente para el desarrollo acelerado de plantas, pero con las adecuadas modificaciones, era perfecto para que tu cuerpo recuperase todas las fuerzas que habías perdido.

— ¿Quién?—no podía mirar a sus pies, de donde procedía la voz. La luz era demasiado intensa.

— ¡Patrulla-X DESPERTAD!—gritó la extraña voz, de forma atronadora y teniendo el efecto deseado, pues los mutantes en cuestión de segundos comenzaron a moverse— Habéis sido elegidos por el gran Imperio Shi’ar para llevar a cabo una misión de honor. Debéis ayudarme.
Cuando la mayoría alzaron la vista, incluido Mancha Solar que se deshizo de la placa lumínica, ya tenían la idea de quién les estaba hablando. Todos a excepción de Eric el Rojo, que no sabía muy bien de qué iba el tema.

Era Gladiador, el imponente líder de la Guardia Imperial Shi’ar.

FIN


Y en el próximo episodio: ¡La Patrulla-X y Gladiador unidos! ¿Pero con qué propósito? ¿Cómo se tomarán todo esto en la Tierra? ¿Quién es el otro candidato a ser el jinete Muerte? ¿Logrará Tormenta mantener lo que le queda de optimismo con Kitty? ¡Todo eso y mucho más en los siguientes números de X-Men!

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Referencias:
1 .- Serpiente de Acero (cuyo nombre real es Davos) es hijo de Ley Kung el Tronador, maestro de la lucha de la mítica ciudad de K’un-L’un, de donde también procede Puño de Hierro (aunque él no es originario de la misma)
2 .- En el número anterior, aunque (inéditamente) Apocalipsis ya había cambiado de idea en cuanto a la captura de Vargas.
3 .- Derrotado y visto por última vez por los Marvel Knights en el número #5 de su colección.
4 .- Me refiero a Siempre Patrulla-X
5 .- Puño de Hierro y la Patrulla-X se conocieron en el clásico Iron Fist #15 (Vol.1) / Clásicos Marvel B/N: Puño de Hierro #2 (Forum)
6 .- Mutante velocista, hermano de la Bruja Escarlata e hijo de Magneto.

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