Los Vengadores nº12

Título: Y hubo un día,un día como ningún otro,cuando llegó...¡EL CREPÚSCULO!
Autor: Lobo Rojo
Portada: Javier Díaz
Publicado en: Julio 2007

¡Cruce con el Crepúsculo de los Dioses! Mientras la amenaza del ser llamado Groth se materializa en el cielo, las fuerzas del Hades invaden Nueva York. Y los Vengadores se reú... ¿Los Vengadores? Pero... ¿Dónde están los Vengadores? .
Y llegó un día en el que los héroes más poderosos de la Tierra se unieron contra el enemigo común...¡Aquél día nacieron los Vengadores!... Para combatir aquellas amenazas que ningún superhéroe podría derrotar en solitario.
Creado por Stan Lee y Jack Kirby

Las primeras horas de la mañana en la Mansión de los Vengadores han sido bastante moviditas. Janet Van Dyne, más conocida como la maravillosa Avispa, creyó que su exmarido, Chaqueta Amarilla, y el vengador artificial, la Visión, trabajaban arduamente en un proyecto para reconstruir la malévola amenaza de Utrón. Con ayuda de Arthur Parks, el antiguo Láser Viviente, intentó detenerles sólo para fracasar y descubrir, para su desasosiego, que en realidad era ella la que había estado trabajando en la resurrección de la letal amenaza, mientras Pym y la Visión creaban un anti-virus para erradicar la programación de Ultrón de todos los sistemas informáticos de la Mansión de los Vengadores, y posteriormente lanzarlo a la red de redes en un intento de eliminar cualquier posibilidad del resurgimiento de la inteligencia artificial del malévolo ser [1] . Hace unos segundos, Janet ha sido convocada por su ex al centro de comunicaciones de la Mansión.

Mientras la Avispa corre por los pasillos de la mansión Stark se pregunta que amenaza ha desatado las alarmas ahora, también maldice la facilidad con la que Ultrón la manipuló, y reniega del momento en que se enfrentó a su marido. No por el hecho de hacerlo en sí, sino porque Pym se las ingenió para administrarle un gas que la devolvió a su tamaño normal. Un gas que todavía sigue anulando su capacidad para cambiar de tamaño.

- ¡Hank! ¿Qué ocurre? – pregunta mientras accede a la sala de monitores.

El doctor Pym, ataviado con su uniforme de Chaqueta Amarilla, manejaba con gesto preocupado los controles de la consola.

- Estaba recogiendo datos sobre las extrañas perturbaciones atmosféricas, había localizado un extraño foco en Times Square, cuando las alarmas se activaron y recibimos la noticia de la destrucción de la estación espacial MIR.

- ¿Cómo ha ocurrido? – exclamó alarmada

- Lo último que sabemos es que estaban realizando reparaciones cotidianas, cuando todas las comunicaciones se cortaron... La confirmación visual a través de los más potentes telescopios tan solo encuentra restos de polvo estelar donde antes se hallaba el laboratorio espacial. Es como si una potente onda de energía la hubiera desintegrado.

- Hace unas semanas nuestra propio satélite [2] , ahora la MIR... – Reflexionó Jan - ¿Crees que están relacionados? ¿Pueden ser los Badoon de nuevo?

- No, no lo creo... Los sensores y estudios de otros satélites cercanos indican que la energía precede a un objeto de inmenso tamaño. Luego, paulatinamente hemos ido perdiendo contacto con esos mismos satélites.

- Es una pena que Quasar esté fuera... – se lamentó la Avispa - Sería ideal para explorar este fenómeno.

- Es peor, las comunicaciones comienzan a fallar. No puedo contactar con el resto de los Vengadores, ¿qué sabemos de ellos?

- Jarvis me dijo que a primera hora de la mañana, antes de que selláramos la mansión por el asunto de Ultrón, Ave de Fuego salió a investigar los extraños fenómenos atmosféricos que afectan a la ciudad. No sabemos nada de ella desde entonces.

- La Visión comentó que tenía un asunto personal que atender [3] , pero que, consciente de las anomalías climáticas, mantendría los canales abiertos, - añadió Pym - ¡Es inútil, no consigo contactar...!

- Lo mismo ocurre con Dane, el Caballero Negro avisó que regresaba de Washington, y que se desviaría para dejar al Capitán América en la Hidrobase [4] .

- La Hidrobase tampoco contesta.

- Iron Man, Wonder Man, Hulka... ¿No hay nadie?


El quinjet de los Vengadores cubre raudo la trayectoria entre el cuartel general de los Invasores en la Hidrobase y la ciudad de Nueva York. La aeronave pilotada por el Caballero Negro desafía con orgullo la fuerza de los vientos que ha ido aumentando progresivamente durante toda la mañana. Mientras sujeta los mandos con firmeza y resolución, el solitario Dane Whitman recuerda como Ojo de Halcón y la Viuda Negra abandonaron la nave para seguir sus propias agendas justo antes de que el quinjet se adentrara en el océano Atlántico en dirección a la isla artificial donde depositó al Capitán América. Preocupado ante el cariz que está tomando el temporal ante él, el actual líder de los Héroes Más Poderosos de la Tierra procedió a intentar contactar con sus compañeros en la Mansión.

- ¡Caballero Negro a Mansión de los Vengadores! – Recordó que Bonita Juárez, Ave de Fuego debía estar de turno de monitor. - ¿Mansión, me escucháis? Cambio... – La estática fue la única respuesta. Inesperadamente la nave fue alcanzada por un poderoso golpe de viento. Atrapado en la turbulencia, el Caballero Negro intentó controlar la aeronave. Conectó los motores auxiliares, enderezó los alerones, e inició un vertiginoso descenso hacia el mar bajo él. Casi a ras del agua, donde los vientos eran más débiles, recuperó por completo el control de la nave.

- ¡Buff! Domar a Aragorn casi fue una tarea más fácil. – Y dirigió el quinjet hacia la silueta de Nueva York en el horizonte.

Y hubo un día,
un día como ningún otro,
cuando llegó...
¡EL CREPÚSCULO!

El autobús en el que William Talltrees ha recorrido medio continente durante los pasados días finalmente llega a la estación Central de Nueva York. En su identidad civil, Lobo Rojo, el defensor del pueblo piel roja, mira distraídamente la tarjeta de los Vengadores que tiene en sus manos. El mayordomo Jarvis se la facilitó hace unas semanas [5] y le comentó que aunque la posesión del carnet no le hacía miembro de los Vengadores, le serviría para acceder a determinados niveles de la Mansión, solicitar ayuda económica, legal, o sanitaria de la Fundación María Stark, e identificarse ante las autoridades como aliado del equipo si la situación lo requiriese. Parece que la ayuda económica a la que Jarvis se refería solo incluía un billete de autobús, y no uno de avión, aunque fuese en clase turista... Al menos la credencial de prioridad le había permitido llevar a su mascota, Lobo, instalada en el asiento de al lado. Comenzaba a estar un poco arto de repetir la frase, - No es un perro, es un lobo. – cada vez que le recordaban que no estaban permitidos los perros en un lugar público.

- Venga, Lobo, bajemos, - Dijo a su lupino acompañante cuando vio descender al último pasajero. Intentando no asustar a sus compañeros de viaje, el dúo se dirigió al maletero a recoger la bolsa de viaje con las pertenencias de Talltrees. Hombre y animal se estiraron para desentumecer los músculos anquilosados tras largas horas de viaje. Los sentidos de ambos reaccionaron alarmados al unísono.

Lobo Rojo sintió que algo no marchaba bien. Desde su encuentro con Manitú y los Anasazi [6] sus instintos se habían vuelto más agudos que de costumbre, casi como si los antiguos dioses los hubieran aumentado. La sensación de creciente maldad que enturbiaba el ambiente le golpeó con fuerza. “Lobo”, simplemente aulló, para después pasar a enseñar sus afilados dientes, gruñendo amenazador. Antes de que cundiera el pánico entre los peatones de la estación, o de que los guardias de seguridad reaccionasen, Talltrees hizo una seña a su mascota y ambos saltaron sobre el techo del autocar que les había traído, de este saltaron a otro, y luego a otro, y así sobrepasaron la multitud atemorizada y curiosa que deambulaba por la estación. Finalmente, en un tejado cercano, el Espíritu de Owayodatta en la tierra se despojó de las vestimentas propias de los rostro pálidos y procedió a vestir su uniforme ritual, la capucha del Lobo cubrió su rostro, el tomahawk y el cuchillo colgaron de su cinto, arco y flechas listas en el carcaj, y su bastón de batalla en la diestra. Esta vez ambos aullaron de nuevo ante el viento desatado. Un viento creciente, a todas luces anormal, y que traía presagios de maldad, violencia, y muerte...


En la mundialmente conocida plaza de Times Square, en el centro de Manhattan, uno de los asesinos más legendarios de la humanidad observa como su recién adquirido ejército de cadavéricos guerreros se despliega por las calles 39 a 52, y de la sexta a la novena avenida. El Berserker sonríe mientras sus putrefactas huestes atacan y destrozan todo a su paso. Los neoyorquinos y los turistas huyen asustados por igual, al tiempo que un par de policías abandonan su coche patrulla y hacen frente a los invasores disparando sus pistolas. Es inútil, aunque sus proyectiles revientan algunos huesos y cráneos frente a ellos, la oleada de guerreros continúa avanzando y antes de que los agentes puedan sacar su porras, son atravesados por media docena de espadas, sus cadáveres son rebasados y pisoteados por las inexorables piernas huesudas.

En un rincón de la plaza, enterrada entre los restos retorcidos de un automóvil, la vengadora Ave de Fuego yace inconsciente, completamente ajena al caos que se desata a su alrededor [7]

- ¡Escúchame Plutón, Señor del Hades! ¡Escuchadme Dioses Oscuros! - Clama el Berserker a los cielos. – ¡En vuestro honor, y como deuda de gratitud por mi liberación, teñiré de sangre las calles de esta gran urbe! ¡Las espadas de los guerreros que dirijo saciarán su sed en los incrédulos mortales, y sus fluidos vitales regarán los suelos de esta tierra que será transformada según vuestros designios! ¡Eso jura el Berserker!


Existen diferentes tipos de infierno, reinos interdimensionales regidos cada uno de ellos por un ser supremo que rezuma maldad por todos sus poros, dominios de alguna manera interconectados entre sí, y todos ellos poblados por las almas de humanos que no supieron estar a la altura de las circunstancias durante su vida terrenal. Los dirigentes de estos reinos han asumido las identidades que los distintos grupos de hombres les han dado, y han ido conformando los paisajes de sus territorios de acuerdo con las creencias supersticiosas de aquellos a quienes han atormentado. Así, cruzando la laguna Estigia por encima del barquero llamado Caronte, y rebasando la tenaz vigilancia del sabueso conocido como Cerbero, accedemos al infierno grecorromano conocido como Hades, uno de los nombres por los que además se conoce a su poderoso señor, el también llamado, Plutón.

Bajo la atenta mirada del señor de los infiernos de la antigüedad clásica, un ejército de guerreros cadavéricos avanza con impasibilidad marcial hacia las luces resplandecientes que indican la existencia de un portal entre las dimensiones. Plutón sonríe mientras agita levemente su copa, da un trago, y enjuaga su paladar. Dirige entonces su mirada hacia el místico espejo oscuro a través del que vigila su reino y espía los de otros, y finalmente habla.

- Mis siervos cumplen fielmente con su cometido. El pacto que forjamos los señores oscuros ya hace siglos, hoy, se cumple...

- Y sin embargo, querido Plutón, - contestó una voz a través del espejo – No pareces satisfecho por su ejecución. – El rostro de Loki, el dios del engaño Asgardiano, surgió entre las llamas que se reflejaban en el cristal. - ¿Qué es lo que te solivianta, Señor del Hades?

- ¡Vuestro general elegido! ¡Un mortal jamás debería dirigir las fuerzas del Hades! Ni siquiera uno tan longevo...

- ¿Tienes tú, acaso, alguien mejor? – Habló Loki con tono burlón.

- ¡Yo, mismo! – exclamó – El señor del Hades debería estar al frente de su tropas en esta conquista.

- Lo hemos hablado, tienes un papel más relevante en nuestros planes. – Dijo ahora con voz seductora - Tu objetivo será la propia Asgard, el reino de uno de tus más odiados enemigos. ¿Te parece poco honor?

Plutón calló unos instantes, su deambular por la habitación le permitía ahora ver la sala contigua, allí estaba su armadura de combate preparada para la batalla definitiva.

- ¿Asgard? – Y se regocijó ante la derrota y el dolor que pensaba causar al Dios del Trueno. – ¡Sea! -

- Dejemos pues Midgard, esa esfera inferior, para los seres inferiores. – Contestó Loki satisfecho [8] .


El mismo viento que azotaba las calles de la Gran Manzana se estrellaba contra el cuerpo volador del Primer Héroe. La capa roja ondeaba en su espalda mientras su figura azul sobrevolaba los cielos. Durante toda la noche había buscado fútilmente el rastro del hombre disfrazado de toro que le burló el día anterior [9] . Abajo en las calles, los humanos normales corrían a sus casas buscando guarecerse de las inclemencias del tiempo. En el interior de los edificios, los más precavidos cerraban las ventanas, corrían cortinas y bajaban persianas, como si lo que no vieran no pudiera hacerles daño. La excepción podían ser una pareja joven asomada a la terraza de su ático.

- Mira Paul, - dijo ella señalando a la figura voladora del Primer Héroe – ¿Es quien parece ser? ¿Realmente existe?

- ¿Tú que crees, Laura? – Contestó el joven – Traje azul y capa roja, desde luego tiene toda la pinta de ser Su...

Y entonces la tierra comenzó a temblar con tal fuerza que los edificios comenzaron a oscilar. Paul y Laura perdieron el equilibrio y la fuerza del viento unida a la inclinación de su terraza les arrojó hacia la calle treinta pisos abajo.

Instantáneamente el héroe de azul voló tras ellos, detuvo su caída y los depósito en el suelo. Antes de que pudieran darle las gracias, el coloso bienhechor levantó el vuelo preocupado, observó que los cielos comenzaban a adquirir un tono rojizo completamente anómalo. Y entonces lo oyó. Primero como un murmullo leve, pero incesante, que poco a poco fue aumentando de volumen.

La tierra rugió como si la desgarraran, el agua en la bahía de Nueva York comenzó a burbujear y a emitir vapores. Algo caliente y gigantesco comenzaba a surgir de las profundidades. El agua desplazada formó una gran ola que inundó la zona portuaria y las calles más cercanas a esta.

El Primer Héroe apenas pudo hacer nada para evitar el desastre. Tan solo cerciorarse de que los humanos arrastrados por la riada no sufrían mayores daños que magulladuras y humedad. Ayudó a varios de ellos a salir de sus coches, mientras de reojo intentaba ver a través del vapor que procedía del puerto. Con el orden aparentemente restablecido en tierra, el gran héroe fijó su atención en la costa. El vapor comenzaba a disiparse para mostrar una nueva isla frente a la Costa. Un peñasco recio y elevado se erguía a un par de kilómetros escasos del puerto. El humo negro que comenzaba a expulsar por su cumbre hueca le hizo presagiar lo peor.

- ¡Un volcán! – Y los trágicos recuerdos de una ciudad enterrada en lava acosaron su mente.


La joven María Guadalupe Santiago, natural de la nación Sudamericana de Costa Verde, actualmente matriculada en la Universidad Empire State, es mucho más que una estudiante extranjera en la Gran Manzana. Hija del humano Jaime Santiago y de la deidad del panteón Inca, Peliali, diosa del Volcán, la joven posee la capacidad de transformarse en cualquier animal que pertenezca al ecosistema de su jungla natal. Estos poderes y su valor innato la han llevado a convertirse en miembro en la reserva de los poderosos Vengadores, bajo el nombre de Silverclaw.

Esa mañana Lupe se había trasladado al centro de la ciudad en busca de una serie de libros que necesitaba para sus trabajos universitarios, pensaba pasar por la mansión de la 5ª Avenida para dar un abrazo a su padrino, Edwin Jarvis, el fiel mayordomo de los Vengadores, pero el temporal de viento había impedido que efectuase los recados con celeridad. Al ver a la gente correr aterrorizada alrededor de ella, la Hija de Peliali, confirmó sus sospechas de que algo marchaba mal. Los humanos huían de algo que les atemorizaba y que provenía de Times Square. Confiando en que nadie entre la asustada multitud se fijase en su rostro, Lupe se transformó en un pequeño simio plateado, trepó por el edificio inmediato para dejar sus compras resguardadas en una cornisa y saltó al vacío al tiempo que se transformaba en un ave exótica de su tierra natal, sino fuera por su anómalo plumaje plateado los expertos la reconocerían como un Geranoaetus melanoleucus. Sobrevolando a los neoyorquinos, dio con la causa de su pánico...¡El ejército del Hades!

Fiel a su juramento de vengadora debía impedir que los inocentes sufrieran daño, por lo que Silverclaw se transformó de nuevo en un temible guepardo plateado y saltó sobre los huesudos guerreros, derribando a varios de ellos, y destrozando huesos con sus garras y dientes. Durante varios minutos ni uno solo de los guerreros infernales pudo sobrepasar la avenida que la valiente joven de Costa Verde defendía.

Un guerrero armado con un hacha de guerra saltó sobre la vengadora, pero ella supo esquivar su acometida, y con un zarpazo de su diestra rompió su columna vertebral partiéndole en dos. Entonces la tierra tembló...

Guadalupe Santiago sintió vértigo, de una manera que jamás había experimentado, su estómago se revolvió y fue incapaz de mantener su forma animal. – ¡MADRE! – Gimió de dolor. Silverclaw no lo sabía, pero ese mismo momento un volcán nacía en el Hudson.

De rodillas, cada vez más débil e incapaz de levantarse, Silverclaw observó como los tobillos de los esqueletos avanzaban precavidos hacia ella. Inútilmente, la chica intentó transformarse en cualquier animal capaz de sacarle de esta apurada situación. Los guerreros la rodearon y alzaron sus armas para golpearla.

-¡Madre, ayúdame! -

Como escuchando su plegaria, el rugido de un potente motor acalló todos los ruidos a su alrededor, para sustituirlo por el impacto del metal contra el hueso, y el apresurado chirrido de los frenos y los neumáticos al derrapar. Un voluminoso vehículo había llegado a la escena y había embestido contra las tropas de Plutón, desperdigándolas por la avenida, las luces que centelleaban sobre su cubierta indicaban que era un servicio de emergencia, pero no eran policías, ni siquiera bomberos, solamente una atrevida ambulancia. Sin apagar el motor, uno de sus dos tripulantes saltó a tierra tomó a la chica en sus brazos, y rápidamente volvió a saltar al interior del vehículo.

- ¡Arranca ya, nos vamos de aquí! – gritó al conductor.

- ¿Quién... quién eres? – preguntó la dolorida y debilitada Lupe al oír la voz de su salvador. –

- Me llamo Jake. Descansa, te pondremos a salvo. – Y comenzó a examinarla. La joven ardía de fiebre.

Un trío de esqueletos lograron agarrarse a la fugitiva ambulancia, sus dedos de hueso se clavaron con dureza en la chapa y la atravesaron como si de garfios se tratara, y pese a la velocidad que el vehículo tomaba, allí hubieran permanecido sino fuera por una nueva intervención de fuerzas externas.

Tres proyectiles golpearon limpiamente a los macabros guerreros rompiendo sus huesos y haciéndoles perder su asidero. La horda huesuda buscó con extrañeza el origen del ataque, desde lo alto de los edificios colindantes, el hombre llamado Lobo Rojo acarició a “Lobo” y sonrió.

- En unos minutos estaremos en el Hospital Memorial, Jake. – Dijo el conductor de la ambulancia a su copiloto. Por el retrovisor vio como quedaban cada vez más atrás las furiosas huestes de Plutón.

- Al hospital no, compañero. Gira hacia la 5ª Avenida, en dirección a la Mansión de los Vengadores. – Jake Olson había tomado una decisión, podía carecer de poderes, pero seguía siendo la parte humana del Dios del Trueno, no podía permanecer por más tiempo al margen de los acontecimientos.


Pese a las inclemencias, Dennis Dunphy avanzaba por la calle con paso decisivo y presuroso, cargado con varias bolsas repletas de ropa, comida y medicinas. Todo su equipaje podía llegar a pesar unos 800 kg., pero gracias a su superfuerza los portaba como cualquier persona que acaba de salir del supermercado cargado con dos barras de pan, y un litro de leche. Estaba satisfecho por los enseres recolectados, pues sabía que en Zerotown, la comunidad subterránea bajo las calles de Nueva York que dirigía, necesitaban toda clase de avituallamientos. Agradecía la generosidad de los Vengadores, que a través de la Fundación María Stark le permitían usar su tarjeta de identidad de Vengador para realizar este tipo de compras. Fue una suerte y un orgullo para él, el día que el Capitán América, su mejor amigo, le invitó a unirse a los Vengadores para reformar el grupo [10] , aunque desde entonces, Demolition Man, o como a él le gusta más, D-Man, tan solo haya colaborado en contadas ocasiones con el equipo. Cuando en un oscuro callejón se disponía a entrar en las alcantarillas, los gritos desesperados de una pequeña multitud atrajeron su atención.

- ¡Socorro! ¡Ayuda! ¡Por favor...! ¡Dejadme pasar! ¡Es horrible...! ¡Ahí vienen...! ¡Le han degollado...! - Una miscelánea de voces atemorizadas partía de un grupo de gente que venía corriendo por la calle principal que daba al callejón. Preocupado e intrigado, Dennis dejó sus compras apoyadas en los cubos de basura y salió al encuentro de la multitud.

Gracias a su poderosa constitución física no fue arrollado por la aterrorizada turba, sino que esta fluyó por su derecha y su izquierda. Incapaz de sacarles una palabra sobre lo que les perseguía, D-Man optó por dejar pasar al último de ellos y ver que venía detrás. El olor nauseabundo de la carne putrefacta apenas hizo mella en el hombre que vivía en las profundidades de Nueva York. En cambio, sí pudo reconocer el característico aroma del azufre. Otro segundo grupo de personas se dirigía hacia él en silencio. Tan solo el ruido de metal y hueso, acompañaba el ritmo de sus pisadas. Su vida subterránea le había impedido ver la trilogía de películas de Peter Jackson, pero en el instituto había leído los relatos de Tolkien y R. E. Howard, y el ejército de guerreros esqueléticos que venía hacia él parecía sacado de aquellas historias de fantasía heroica. Se despojó de su gabardina y de su gorro de estibador para mostrar su mugriento uniforme rojo y amarillo con la “D” escarlata en el pecho. Apenas tuvo tiempo de colocarse su raída máscara cuando esquivó el primer espadazo. En contestación, su puño derecho redujo a polvo el cráneo del primer atacante. En cuestión de segundos el antiguo luchador se vio rodeado por las fuerzas del Hades. Su fuerza y resistencia sobrehumanas no solo le permitieron sobrevivir a la oleada, sino que también le permitieron contraatacar. No había disfrutado tanto con una pelea desde su etapa como miembro profesional de la Federación de Lucha Libre Sin límite de Peso.


En el centro de Manhattan, el antiguo local propiedad de la sociedad filosófica llamada la Comprensión Trina llevaba semanas abandonado. Los dedos de Delroy Garrett Jr. acariciaron la madera de uno de los estantes de la antigua biblioteca de la fraternidad, para luego mirar con nostalgia el polvo acumulado en sus yemas. Los ideales de la Comprensión Trina eran beneficiosos para la humanidad, pero la corrupción y el ansia de poder de su líder, Jonathan Tremont, la llevaron a la ruina una vez los Vengadores revelaron al mundo las intenciones de su ambicioso interlocutor. La Comprensión Trina había dado una oportunidad al atleta caído en desgracia, Delroy Garrett proporcionándole las capacidades físicas de tres hombres. Delroy, bajo la identidad disfrazada de Triatlón, se convirtió en un héroe enmascarado y terminó siendo un vengador, pese a las suspicacias del grupo hacia su relación con los Trinos. Llegado el momento, Triatlón ayudó a los Vengadores a desmantelar los planes de Tremont. Tras lo cual abandonó el grupo para reencontrarse así mismo [11] . Tanto los Vengadores, como la Comprensión Trina, ayudaron a Delroy a convertirse en un hombre mejor, le dieron una oportunidad, una nueva vida. Ahora... ¿Qué iba hacer con esa nueva vida? Los gritos de terror en el exterior interrumpieron sus pensamientos.

La hermana Sharon, de la congregación de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, había decidido llevar a sus alumnos ese día al corazón de la ciudad de Nueva York, subir al Empire State, visitar Times Square. Cuando por la mañana los partes meteorológicos advirtieron de los pequeños vientos que se estaban desatando, no les dieron importancia, pues, ¿Cómo iba eso a afectarles entre los grandes bloques de cemento de la gran ciudad? Nadie en el colegio podía pensar lo que empeorarían las cosas, y desde luego, nadie habría augurado que una horda de esqueletos armados comenzaría a sembrar de sangre y muerte las calles del centro de la ciudad.

Mientras hacía correr a sus chicos por la calle en busca de algún lugar seguro, Sharon no dejaba de mirar de reojo hacia atrás, las sombras huesudas, aunque no llevaban un paso ligero preocupante, parecían incansables, y avanzaban inexorablemente. La religiosa se preguntaba que pasaría cuando el cansancio comenzase a apoderarse de sus pupilos, y de ella... Entonces el agudo grito de dolor de Phil, y su instantánea caída al suelo le indicaron que había sucedido lo que más temía...

- ¡Phil, levanta por amor de Dios! ¿Estás bien? – Preguntó mientras le ayudaba a levantarse. Las sombras estaban más cerca.

- Me duele mucho el pie Hermana. – Contestó dolorido.

- ¿Puedes correr? – No se atrevía a mirar detrás. - ¡Tienes que hacerlo!

- ¡AAAhhh! Me duele, me duele mucho...,

La Hermana Sharon, incapaz de abandonar a Phil, reunió valor para mirar hacia atrás, y vio sobre ella el rostro cadavérico de un terrible guerrero que alzaba contra ellos su afilada lanza. No había tiempo para huir, tan solo encontró fuerzas para decir, “Padre Nuestro que estás en los cielos...“

Y como atendiendo a sus plegarias, una atlética figura cubierta de rojo y esmeralda saltó sobre ellos propinando un potente puntapié a la esquelética amenaza.

- ¡Huya Hermana! – Gritó Triatlón – ¡Ninguno pasará por aquí, mientras yo viva! - Y el antiguo vengador comenzó a saltar, esquivar, y golpear indistintamente a los engendros del Hades que se hallaban ante él.

La Hermana Sharon y Phil tuvieron tiempo de desaparecer por el final de la calle, mientras Triatlón con el barrido de su pierna, rompía los huesos de las rodillas de tres guerreros ante él. – El Señor te bendiga ... y te ayude! - Suspiró Sharon agradecida.

En medio de la batalla, Triatlón sonrió, esto es lo que sabía hacer, si este era su destino, lo abrazaría con satisfacción, sacrificio por los demás, esto era lo que la Comprensión Trina y los Vengadores le habían inculcado.


Silverclaw, D-Man, Triatlón... forman parte de una larga lista de héroes poco conocidos a los que en raras ocasiones se les asocia con los Vengadores. En esa misma lista podríamos incluir a otro esforzado individuo que, aunque popularmente más conocido por sus vecinos neoyorquinos, posee una reputación de solitario e incomprendido que siempre le ha alejado de cualquier atisbo de publicidad positiva que la pertenencia a los Héroes Más Poderosos de la Tierra le pudiera acarrear. Pese a su larga y experimentada carrera, el asombroso Spiderman no está convencido de ser un vengador, raras veces visita la mansión o se aprovecha de las tarjetas de identidad que el grupo facilita.

- ¡Los Vengadores! ¿Dónde están los Vengadores cuando se les necesita? – Exclama el espectacular hombre araña mientras salta esquivando el poderoso manotazo que la gigantesca criatura llamada Mangog lanza contra él.

- ¡Estáte quieto insecto, y seré benigno contigo! – Chilló el encolerizado ser. – Tu muerte será tan rápida que apenas sentirás dolor...

- Cuidado con esas uñas amiguito, podrías rasgarme el disfraz y es el único que me queda limpio. – Y ejecutando una pirueta sobre la colosal y malévola criatura, nuestro amistoso vecino disparó sus telarañas contra los ojos de Mangog.

Mangog llevó instintivamente sus dedos a su rostro en un intento de deshacerse de la telaraña, en su precipitación sus poderosas uñas se clavaron sobre sus pupilas y emitió un doloroso chillido.

- ¡Upps, eso debe doler...! – comentó el héroe arácnido.

Con los ojos inyectados en sangre, física y literalmente, Mangog se despojó de los restos de telaraña que colgaban entre sus afilados dedos, mientras se dirigió al osado hombrecillo ante él.

- ¡Pagarás esta ofensa, mortal! – Las manos de Mangog se hundieron en el pavimento y arrancaron de él un voluminoso pedazo asfalto, comenzó a crear así un letal proyectil de alquitrán, roca y metal.

- Al ayuntamiento no le va a gustar esto. – Bromeó Spidey.

- ¡Tú, tú eres un simple mortal! - Gritó mientras realizaba una demostración de fuerza formando un objeto cada vez más y más grande. - ¡Yo, yo soy la encarnación de la suma del odio de un billón de seres! –

- Estaban muy enfadados, ¿Verdad? – Su instinto arácnido emitía un leve zumbido, sabía que en el momento en que Mangog le arrojase el improvisado proyectil la frecuencia aumentaría y sería el momento de saltar y esquivar. Entonces se dio cuenta de que cualquier proyectil que su enemigo le lanzase golpearía los edificios que había tras él poniendo en peligro las vidas de los posibles civiles presentes. Miró hacia el cielo buscando la posición que necesitaba y saltó todo lo alto que pudo sin cesar de hablar. - ¿Quién es tu manicura, bonito? Tengo un par de amigas a las que seguramente les interesaría visitarla. ¿Es unisex, o también admite chicos? ¡Ah, que eres un chico...! ¿Lo eres, verdad?

Por toda respuesta Mangog arrojó su gigantesco trozo de roca hacia el héroe enmascarado que, alertado por su instinto arácnido, lo esquivó con facilidad. El voluminoso proyectil desapareció en el cielo ante los ojos de los combatientes, probablemente ejecutando una trayectoria elíptica y cayendo al mar sin dañar a nadie, tal y como había previsto Peter.

El asombroso Spiderman reanudó la batalla, tan solo era cuestión de tiempo de que los Vengadores o los 4 Fantásticos acudieran a esta emergencia. [12]


En la bahía de Nueva York, el quinjet pilotado por el Caballero Negro traza círculos alrededor del recién nacido volcán al tiempo que centra sus sensores en el humeante peñasco, recopilando datos que puedan explicar su origen. En el interior de la nave el cruzado de tiempos modernos conecta el piloto automático mientras examina en la pantalla del ordenador de a bordo una lista de posibles sospechosos capaces de provocar semejante fenómeno.

- El Basilisco, el Hombre Topo, los Hombres Lava, Magma, Magma... ¿dos Magmas?, ¡Maldita sea, necesitaría acceder a los ordenadores de la mansión para contrastar datos, o que al menos la Visión estuviese aquí para analizarlos en el menor tiempo posible...! – Un destello en la consola y un agudo pitido en los altavoces alarmó al líder de los Vengadores.

- ¿Eh? – Anonadado Dane Whitman observó en la pantalla del radar como un objeto desconocido y pesado se dirigía a gran velocidad hacia la nave. No había tiempo ni manera para evitar la colisión.

Dicho y hecho, en escasos segundos el quinjet fue alcanzado por el gigantesco peñasco que medio minuto antes Spiderman había esquivado al otro lado de la ciudad. Automáticamente el asiento eyector lanzó al exterior de la nave al Caballero Negro, salvándole del impacto y de la explosión que siguió, pero no de la onda expansiva de esta.

- ¡Aaaahhhhh! – Chilló Whitman mientras su asiento giraba frenéticamente en el aire. Finalmente, anulada la fuerza del lanzamiento por las leyes de la gravedad, el asiento comenzó un vertiginoso descenso, frenado súbitamente por el despliegue del paracaídas de emergencia unido al asiento. El Caballero Negro aprovechó el primer momento de su descenso para tomar aliento, pero su alivio cesó cuando descubrió que la lona comenzaba a arder, que cada vez descendía más deprisa y que su caída le llevaba hacia el interior del volcán que estaba estudiando minutos antes. Para mayor consternación, notó que las laderas del volcán estaban demasiado alejadas para alcanzarlas de un salto. La burbujeante lava del fondo parecía sonreír mientras esperaba abrazarle. El calor aumentaba por segundos, y Dane Whitman debía decidir como prefería morir... Entonces, sin aviso, su descenso se detuvo en seco.

-¿Sube? – Dijo una amistosa voz a su lado. – Me temo que la armadura que viste el señor no es lo más adecuado para la temperatura que hace ahí abajo.

Si el Caballero Negro no hubiera leído los informes de la policía, e incluso de sus propias compañeras vengadoras, la Avispa y Ave de Fuego [13] , acerca de la existencia del personaje que tenía ante sí, hubiera llegado a pensar que el calor había afectado su mente. Allí, con su flamante sonrisa, su impoluta capa roja, y sus brillantes leotardos azules, se hallaba el Primer Héroe que sin apenas esfuerzo sujetaba el asiento de Whitman entre sus poderosos brazos mientras remontaba el vuelo sobre la boca del volcán y se dirigía a la orilla.


Tropas militares de los Estados Unidos de América se afanan por acordonar la zona de la ciudad ocupada y evitar que el fantasmagórico ejército que dirige el Berserker se propague por la ciudad causando más víctimas mortales. Desde su puesto de mando, el general Michael Trimpe supervisa por sus prismáticos el resultado de sus operaciones.

- Estrategia – sonríe mientras habla pomposo a su asistente, el coronel Walkins. – Todo consiste en estrategia coronel. Mire las armaduras y las armas de nuestros adversarios. ¿Sabe de qué siglo son? ¿Cree que tienen algún plan concebido bajo esos cráneos vacíos?

- No sé, señor....- dudó Walkins.

- ¡Pues claro que no! La carrera militar ha evolucionado más de veinte siglos desde que esos guerreros tenían carne, sangre y vísceras complementando sus huesos. Mire sus lanzas y espadas, compárelas con nuestras armas automáticas. No tienen nada que hacer.

- Pero siguen avanzando señor...

- Hemos cerrado el perímetro. En unos segundos, cuando el enemigo esté en la posición más adecuada ordenaré a nuestros carros blindados que entren en acción. Esos esqueletos no tendrán ninguna oportunidad. – Sonrió de nuevo y volvió a mirar por los prismáticos. – Parece que ha llegado el momento.

En mitad de las calles neoyorquinas el infatigable ejército del Hades se encontró de improviso ante cuatro unidades blindadas que descargaron sus ametralladoras contra ellos rompiendo huesos y yelmos.

- Lástima que no me permitieran usar artillería pesada. – masculló el general.

- ¡Mi general, mire! - El coronel Watkins llamó la atención de su superior señalándole el final de la calle.

Allí rodeado de dos extrañas construcciones de madera, el Berseker sonreía confiado. El general reconoció los artefactos y exclamó burlón.

- ¡Ja! ¡Son catapultas! ¿Puedes creerlo Watkins? ¿Qué esperan conseguir?

Como si escuchase su pregunta, el Berserker tocó con la punta de su lanza el proyectil colocado sobre la catapulta de su derecha, y este comenzó a arder. Acto seguido hizo el mismo movimiento con la de la izquierda.

- El Fuego Griego. – sonríe el general - Eso servía en las antiguas batallas navales, los barcos de madera ardían y se hundían. No servirá contra mis carros blindados, mis hombres están bien protegidos dentro de sus vehículos acorazados.

El Berserker ordenó disparar. Las bolas llameantes cayeron sobre los carros de combate, que comenzaron a arder. En un primer momento parecieron no tener efecto, pero en cuestión de un minuto los ocupantes de los carros los abandonaron gritando doloridos, y corriendo como almas que lleva el diablo. Y casi era así...

- Fuego Infernal Griego. Quema el alma. – Comenta el Berserker cruelmente. Sus ejércitos continuaron avanzando. En Times Square no cesaban de aparecer más y más efectivos.


Dentro de los límites del Estado de Nueva York, sobre terrenos privados y coronando una de sus colinas mas altas, encontramos un observatorio astrónomo que antaño fue propiedad del industrial Cornelius Van Lunt. En su interior, el criminal que recientemente ha asumido la identidad de Tauro revisa sus cartas astrales y estudia sus próximos planes mientras sus asistentes realizan diversas tareas a su alrededor.

- ¡Jefe, jefe! – Le interrumpió uno de los componentes de su equipo. – Parece que tenemos problemas para cargar el Rayo Astral.

- Idiota, habréis montado algo mal. – Y miró con aires de autosuficiencia a su equipo técnico. - Los planos de Van Lunt no pueden ser más claros -

- Pero Tauro, está todo perfecto, - contestó otro técnico – Es solo que parece imposible extraer energía de las estrellas.

- Sí, es como si algo bloquease la conexión. – añadió otro.

Tauro se reunió con el trío de científicos alrededor del aparato diseñado por Van Lunt. Un poderoso cañón capaz de almacenar energía de las estrellas y canalizarla como fuerza de destrucción. Tras comprobar que efectivamente el montaje estaba correcto se quedó mirando el aparato en silencio. Un silencio que fue roto por otro científico que hasta ahora observaba las estrellas a través del potente telescopio del observatorio.

- ¡No, no puede ser! ¡¡Es imposible!

El hombre llamado Tauro levantó la vista, y vio una mezcla de asombro y terror en los ojos de su ayudante. Se acercó calmado hasta este y miró por la sofisticada lente de aumento. Reprimió su desasosiego ante su equipo científico. El tono rojizo que los cielos habían adquirido durante el día había pasado a ser ahora de color rojo sangre. Un color que empequeñecía la intensidad de las estrellas, dejando su energía fuera del alcance de sus sifones. Pero había más, un nuevo satélite de tonos escarlatas orbitaba la tierra. En un primer momento Tauro pensó que era la luna, afectada por el cambio de color de la atmósfera. Después se dio cuenta de que no. Sin duda, la aparición de este nuevo cuerpo estelar era lo que estaba afectando a las condiciones atmosféricas del planeta. Y entonces lo vio, la superficie del extraño satélite pareció agitarse como si un corrimiento de tierra lo recorriera de Sur a Norte. Ahora fue Tauro el que gritó y retrocedió sobresaltado.

-¡Increíble! – Y volvió a mirar por el telescopio para encontrarse con un inmenso ojo abierto que parecía mirarle a él y a todos los habitantes del planeta tierra.

Tauro respiró hondo. Recordó las palabras de Cornelius Van Lunt, el primer Tauro, y el fundador del Zodiaco. “¡Todos los humanos están regidos por las estrellas... por el Zodiaco... por las influencias astrológicas presentes en su nacimiento! ¡Así que nuestro grupo se llama Zodiaco porque también vamos a regir a la humanidad!” – Si ahora las estrellas les miraban a ellos... ¿A qué podían aspirar él y sus once socios?


De vuelta en la ciudad de Nueva York, el hombre inmortal al que solo se conoce como Berserker sonreía impasible ante el caos que sucedía a su alrededor. Recordaba como milenios atrás formaba parte de una partida de guerra en combate con una tribu rival. Obligado a huir tras la muerte de sus compañeros, buscó refugio en una cueva donde un brillo extraño emanaba de las paredes de roca. Los restos de otros seres humanos en la caverna le hicieron presagiar lo peor. En un principio se encontró mal, pero poco a poco su cuerpo comenzó a sobreponerse y finalmente, sintiéndose con más fuerza que nunca e inundado por una rabia infinita salió al exterior y dio muerte, no solo a sus perseguidores, sino también a la tribu a la que pertenecían. Su nombre, procedente de una época en la que el lenguaje escrito no existía ha quedado olvidado en la niebla de los tiempos, pero por la violencia ejercida a través de los tiempos fue conocido como el Berserker. Su ansia por matar y su facilidad para hacerlo le convirtieron en uno de los más temibles asesinos de la historia, trabajó para el Imperio Sumerio, los antiguos Faraones y el propio Alejandro Magno. Su servicios fueron requeridos incluso en las más lejanas galaxias, y fue pagado por ello con armas que superaban en mucho los objetos de metal y hierro que sus congéneres utilizaban para la guerra. Finalmente cuando dirigía las tropas del Imperio Romano hacia la conquista del mundo, los Señores de la Tierra, una raza de seres derivada de la humanidad, y con poderes que les obligaban a permanecer ocultos de las masas supersticiosas, tomó la decisión de atajar su amenaza. Para ello provocaron la erupción del volcán Vesubio con tal grave error de cálculo que la entera ciudad de Pompeya, quedó enterrada en la lava, junto al villano.

El Berserker levantó la mirada, se fijó en el volcán que había nacido a las orillas de la ciudad de Nueva York. Recordó los siglos enterrado en lava... hasta que fue desenterrado hace relativamente poco, por la curiosidad sin límite de unos confiados arqueólogos. Entonces su nueva carrera de conquista fue frenada por el extraño grupo de campeones disfrazados conocido como los Vengadores [14] que lograron atraparle en otra dimensión. Ahora sus nuevos amos le han liberado para que haga lo que mejor sabe hacer, dirigir un ejército hacia la victoria... Miró de nuevo la montaña humeante. Tragó saliva. ¿Casualidad? ¿Una muestra de los poderes de sus nuevos señores para recordarle cual podría ser su destino de fracasar en su misión, o de traicionarles?

Había recuperado la vida por segunda vez y no estaba dispuesto a perderla de nuevo. Si había que arrasar la tierra, conocía la existencia de mundos más allá de las estrellas donde continuar viviendo... y matando. Arengó a sus ropas.

-¡Matad, destruid! ¡Que no quede nada con vida, así lo ordenan nuestros amos!


Hace unos años, en su identidad de Doctor Pym, el vengador llamado Chaqueta Amarilla diseñó una nave automática con la inteligencia, autonomía y lealtad de una hormiga. Ahora mismo a bordo de su tercera encarnación, Chaqueta Amarilla y la Avispa vuelan a baja altura por las calles de Nueva York en dirección al puesto de mando del general Michael Trimpe.

- Esas catapultas deben arrojar algún tipo de fuego místico, Jan, sólo así se explica que hayan podido afectar a los tripulantes de esos sofisticados carros blindados.

La Avispa miraba abstraída la calle bajo ellos, por ella veía avanzar al macabro ejército exterminador. Sus armaduras griegas le hicieron pensar en Hércules y su desaparición. ¿Estarían relacionados? Al mirar a su exmarido sentado a su lado sujetando con arrogancia los mandos de su nueva nave no pudo evitar expresar lo que le preocupaba.

- Hank, has reconstruido a ROVER, tienes un gas que anula mis poderes de cambiar de tamaño, desarrollaste un virus capaz de eliminar la programación de Ultron evitando así su resurrección. ¿Qué estás haciendo?

- ROVER III, cariño, es el tercer modelo. – Contestó él. – En cuanto a lo que he hecho... – y la miró sonriendo - Simple y llanamente he aprovechado mis horas de laboratorio. Soy un científico, encerrado en un laboratorio experimento, y mejoro mis anteriores invenciones.

- Sí, pero... Un gas que anule mi poderes de crecimiento... – Se sentía soliviantada y humillada ante la falta de poderes.

- Son solo 24 horas, Janet. – Contestó él. – Sin secuelas de ningún tipo.

- Me siento como un conejillo de indias...

- Estabas controlada por Ultrón cariño. Era la mejor manera de vencerte sin hacerte daño.

- Pero ahora, ante esta emergencia...

- Siento que las circunstancias sean así. Te recuerdo que yo soy el que insistí en que permanecieras en la Mansión como enlace hasta que las 24 horas pasasen. Pero tú fuiste la que dijiste “Con poderes o sin poderes sigo siendo una vengadora y mi deber es acudir a primera línea de fuego”. Esta situación me gusta a mí menos que a t... ¡CUIDADO! -

Una bola de fuego incendiaria pasó rozando a ROVER tercero, desde tierra las catapultas del Berserker habían fijado a la nave de Chaqueta Amarilla como su próximo objetivo. Al mismo tiempo los guerreros del Hades alcanzaban el puesto de mando del general Michael Trimpe. Pym manejó los mandos hábilmente, esquivando otros dos proyectiles ígneos e inició el descenso.

El coronel Watkins era atravesado en esos instantes por tres espadas de metal oxidado. La pistola del general Michael Trimpe se encasquillaba en el momento más inoportuno, había visto morir a sus hombres a su alrededor y no estaba dispuesto a rendirse. Arrojó con rabia su arma contra la cabeza del contrincante más cercano pero este se protegió con su escudo y la pistola cayó al suelo. El guerrero levantó su espada amenazador, a Michael Trimpe le pareció que la calavera le sonreía burlona mientras se preparaba para asestar el golpe final. Entonces los rayos disruptores del diminuto Chaqueta Amarilla quebraron la huesuda mano que sujetaba la espada y esta se reunió con la pistola en el suelo. Sin cesar su vuelo, Pym se introdujo en la caja torácica del guerrero y ascendió a toda velocidad atravesando el cráneo de arriba abajo. Con sus alas vibrando a máxima potencia sus rayos disruptores derribaron a los cuatro esqueletos más cercanos.

- ¡Avispa! – Gritó – ¡Saca al general de aquí! ¡Subid a ROVER y ponéos a salvo!

Janet Van Dyne vaciló, vio los cadáveres de los soldados a su alrededor, el implacable avance de sus fantasmagóricos rivales. No estaba asustada, estaba indignada por su impotencia. Esquivó a un guerrero que se abalanzaba contra ella, y usando un poco de judo básico lo arrojó contra los tres más cercanos. Una patada bien colocada en la barbilla decapitó a una quinta calavera.

- ¡No soy la Viuda Negra, Ms. Marvel, o Hulka, pero fui la primera vengadora y algo de combate cuerpo a cuerpo he aprendido en estos años.

- ¡Janet, por favor! – volvió a insistir su exmarido. – ¡El general!

Solo al darse cuenta de que la vida del general Michael Trimpe estaba en sus manos la Avispa retrocedió. A regañadientes condujo al oficial hasta el interior de ROVER mientras Pym los cubría. Cuando el militar estaba aposentado en el asiento del piloto y la Avispa se disponía cerrar la carlinga desde el exterior, Pym giró sobre sí mismo, recuperó su tamaño normal y con velocidad fulminante noqueó a su compañera.

- Perdóname cariño. – Dijo arrepentido mientras la introducía en ROVER junto al general. Era la segunda vez que la golpeaba en menos de 24 horas. Cerró la carlinga y disminuyó de nuevo a tamaño de insecto. A través de su casco cibernético dio órdenes A ROVER III que comenzó a despegar. Sin embargo, el nutrido grupo de enemigos intentó bloquear el despegue agarrándose con fuerza a la nave.

Al ver esto Chaqueta Amarilla se colocó bajo su nave y comenzó a crecer a máximo tamaño sorprendiendo a los guerreros del Hades que resbalaron de su presa. ROVER despegó y se alejó rumbo a la mansión de los Vengadores, mientras los brazos del gigantesco Henry Pym despejaban la calle de enemigos a manotazos. El tamaño y la fuerza del Hombre Gigante eran ahora más útiles que los aguijones de Chaqueta Amarilla o las invenciones de Pym, pensó el científico.


Buscando un respiro, Triatlón saltó sobre las cabezas de sus oponentes y se detuvo en una cornisa cercana a tomar aliento. Había concedido a la hermana Sharon y a sus chicos preciosos minutos para poner tierra de por medio. Era inútil hacer frente a la oleada de guerreros y cansarse cuando alguien más le podía necesitar en las inmediaciones. Miró momentáneamente los cielos escarlatas. Le pareció como que un ojo infernal escrutaba sus movimientos desde el cielo. Enseguida desechó la idea por absurda e imposible. Saltando de cornisa a farola, de marquesina a asta de bandera, Triatlón se deslizó por encima de las hordas destructoras.

A escasas manzanas de allí, D-Man hacía honor a su nombre pulverizando los huesos de todos aquellos aguerridos cadáveres que se ponían a su alcance. El corpulento héroe no experimentaba signos de fatiga, pero comenzaba a mostrarse preocupado por la incesante avalancha de contrincantes que llegaban hasta él. Aunque hasta ahora lo había conseguido, cada vez se le hacía más difícil evitar que alguno de ellos le sobrepasara. Debía evitar a toda costa que los inocentes sufrieran peligro, es lo que sus admirados héroes, el Capitán América, Daredevil o Ben Grimm tendrían como prioridad. Sus ojos se fijaron en una farola a escasos metros de su posición, sin pensárselo rechazó a los cuatro guerreros más inmediatos arrojándolos sobre los que venían detrás. Llegó hasta el poste de metal en dos zancadas y lo arrancó de cuajo para utilizarlo como arma. Blandiendo la farola y describiendo un arco en abanico con esta, Demolition Man contuvo de manera más satisfactoria el macabro ejército ante él. Sonreía satisfecho cuando una voz le sobresaltó.

- Enhorabuena. Yo no lo habría hecho mejor. -

Dennis Dunphy alzó la mirada y vio sobre él la figura roja y verde de Triatlón, encaramado en una cornisa.

- Soy Triatlón, de los Vengadores. – Dijo mientras saltaba a su lado y le tendía su mano.

- ¿De los Vengadores?. – Y volvió a dar un barrido con su farola contra la hueste invasora. - Yo también, aunque no creo que hayas oído hablar de mi. – y estrechó su mano con fuerza. – Dennis Dunphy, D-Man para los amigos.

- Oí algo de ti... – Triatlón usó los hombros de Dunphy como trampolín, dio una voltereta en el aire, y se agarró de los tobillos formando una bola con su cuerpo que impactó contra dos guerreros que habían logrado escapar al movimiento de abanico trazado por la farola. – Eres el amigo de los pobres, o algo así. ¿No? – Dijo mientras se incorporaba y los huesos de los dos guerreros se dispersaban por la calle. – Es un honor luchar a tu lado.

- ¿Lo.... Lo es? – Contestó asombrado Dennis. Le hubiera gustado devolver el detalle a Triatlón, y decirle que también le reconocía, pero jamás le había visto. Tampoco había tiempo para más presentaciones pues sus enemigos volvían a avanzar contra ellos. - Pues entonces... – Trazó con la farola una línea en el suelo y gritó desafiante - ¡Que no pasen de aquí! ¡VENGADORES REUNÍOS!

Y los dos nuevos amigos se enzarzaron en una batalla desesperada.


- No logró contactar con ningún Vengador, ni activo, ni reserva, ni de ningún otro tipo... – Dijo para sí Edwin Jarvis. – Tal y como indicó el Dr. Pym, algo interfiere en nuestro sistema de comunicaciones.

Con gesto preocupado el fiel mayordomo abandonó el centro de comunicaciones del cuartel general de los Héroes Más Poderosos de la Tierra y se dirigió a las dependencias de invitados. Allí, en el cuarto de estar, intentando sintonizar inútilmente algún canal de televisión, Arthur Parks, el antiguo Láser Viviente, jugueteaba con el mando a distancia.

- ¡Hey Jarvis! ¿Alguna idea de como están las cosas fuera de la mansión? No consigo localizar ningún canal de noticias.

- No, señor Parks. Me temo que todos los sistemas de comunicación están anulados. Estamos incomunicados.

- Los Rambeau están en la enfermería, velando de nuevo a su hija. Si hay algo en lo que pueda ayudar... Quizás, si me abrieras la puerta del laboratorio...

- Perdón señor, pero no está autorizado para acceder al laboratorio de los Vengadores. Dejar a alguien con sus conocimientos científicos frente a la sofisticada tecnología que allí se guarda representaría un alto riesgo para la seguridad.

- Bueno... – Dijo desilusionado. – Solamente quería ser útil...

¡BZZZ! ¡BZZZ! – EL zumbido del portero automático les sorprendió a ambos.

Jarvis conectó la pantalla visora de la habitación. Afortunadamente los sistemas de comunicación internos de la mansión funcionaban. En la pantalla vio la imagen de un paramédico que sostenía el cuerpo de una joven en sus brazos. Al reconocerla la sangre en sus venas pareció congelarse.

- ¡Dios Mío, LUPE! - Y corrió hacia la puerta.


- ¿Quién eres realmente? – Preguntó Dane Whitman al personaje que tenía ante él.

El héroe olvidado, el primero de todos, contestó con una sonrisa.

- Solo un buen samaritano... – Y se dispuso a remontar el vuelo.

- ¡Espera un momento! – La mano del Caballero Negro se posó con fuerza sobre el hombro del Primer Héroe. – Necesito explicaciones.

- La gente nos necesita. – Contestó el titán. Sus ojos se posaron en la espada que colgaba del cinto del Caballero Negro. Al reconocer la Espada de Ébano su mirada se endureció, algo que no pasó desapercibido al líder de los Vengadores.

- Es cierto, la gente nos necesita – continuó Whitman – Haremos más bien juntos que por separado. Créeme, lo se por experiencia.

Experiencia... En un principio el Primer Héroe se dispuso a rechazar la oferta del vengador, pero una segunda mirada a la hoja encantada le hizo recapacitar.

- Está bien, quizás podamos ayudarnos.

Dane Whitman se sintió incómodo ante el héroe de azul. Instintivamente agarró el pomo de su hoja encantada y lo apretó con fuerza. Había algo familiar y a la vez ajeno en su nuevo camarada.


Durante las últimas horas Lobo Rojo y “Lobo” habían combatido por toda la ciudad contra las hordas invasoras. El cielo teñido de rojo, y la materialización de lo que parecía ser una segunda luna sobre los cielos, habían exaltado los sentidos del Espíritu de Owayodatta, y le habían recordado la profecía y las advertencias de los Anasazi. Siguiendo las tácticas de su pueblo, el protector de los cheyennes no había hecho frente a las hordas del Hades cuerpo a cuerpo, sino que desde lo alto de los edificios había ido hostigando con sus flechas al macabro ejército, salvando a inocentes civiles, mientras poco a poco se había ido acercando al lugar de donde las fuerzas invasoras procedían, la plaza de Times Square.

- ¿Ves “Lobo”? Allí está el portal por el que nuestros enemigos acceden a nuestro mundo desde su infierno natal. – Susurró a su canino compañero. – Si tuviéramos alguna manera de cerrarlo... – Entonces el olor de una esencia familiar atrajo su atención. Allí, bajo sus pies un grupo de huesudos guerreros se arremolinaban alrededor de un vehículo destrozado.

-¡Conmigo “Lobo”! – y William Talltrees y su mascota descendieron de cornisa en cornisa hacia la popular plaza neoyorquina con la intención de presentar batalla directa al enemigo.

Las hordas del Hades se dieron cuenta de la presencia del héroe piel roja y acudieron a su encuentro. Casi instantáneamente tres flechas partieron del arco de Lobo Rojo. Dos de ellas atravesaron sin dañar la caja torácica del primer esqueleto, pues su objetivo eran los guerreros que le seguían. El impacto de la tercera flecha le reventó el cráneo. La columna vertebral del segundo guerrero se partió ante el impacto de la segunda flecha, y la tercera saeta hizo perder el brazo izquierdo al tercer guerrero, que, de haber podido lamentarse, no hubiera tenido tiempo, ya que las fauces y garras de “Lobo” terminaron de hacerlo pedazos antes de que el miembro mutilado rebotase dos veces en el suelo. El cuarto y quinto guerrero cayeron ante los poderosos golpes del tomahawk de Lobo Rojo, que enzarzado ya en pleno combate perdió la cuenta de los golpes asestados tras ver caer a la primera docena de enemigos.

Inasequibles al desaliento, hombre y animal avanzaron a través de la horda dejando un sendero de huesos y cráneos mutilados tras ellos. Finalmente los sentidos aumentados de la encarnación de Owayodata en la tierra le llevaron hasta la esencia que había olfateado desde el tejado. Desatando el bastón de batalla que llevaba atado en su espalda, Lobo Rojo trazó un círculo con él partiendo por la mitad a varios de sus contrincantes y ganando así algo de espacio, luego fue su compañero “Lobo” el que mantuvo a raya al enemigo dándole tiempo a buscar entre los hierros retorcidos. De allí, el Cheyenne desenterró el cuerpo inconsciente de la vengadora Ave de Fuego.

- ¡Bonita! ¿Estás bien? – Preguntó el indio mientras la tomaba con cuidado en sus brazos. De una patada Lobo Rojo derribó al guerrero infernal que había logrado sobrepasar a “Lobo”. De un compartimento de su carcaj el guerrero nativoamericano sacó unas pequeñas raíces y las introdujo en la boca de la heroína. – Esto la reanimará... -

Como por arte de magia, los ojos de Bonita Juárez se abrieron y comenzó a toser. -¡Coff, coff! ¿Lobo Rojo? ¿Qué, qué me has dado? – Dijo notando el sabor amargo de su garganta.

- Un viejo secreto medicinal de mi pueblo. – Sonrió él. – Me alegra verte, Ave de Fuego [15] . – Y volvió a empuñar su tomahawk y su cuchillo listo para reanudar el combate.

- Yo también, Lobo. – Dijo la vengadora, y lanzó una llamarada contra los guerreros que les rodeaban. A medida que su cabeza se despejaba comenzó a recordar la misteriosa figura que le había derribado, y el cruel rostro del Berserker. – ¡Lobo, debemos encontrar al líder de este ejército infernal!

A escasas manzanas de allí, el Berserker observaba como sus huestes habían cesado de avanzar. Ante ellos, la descomunal figura de Chaqueta Amarilla, bloqueaba el paso, barriendo con sus colosales brazos y piernas todo guerrero que se ponía a su paso. – Traed el ariete. – Ordenó el Berserker.

Hacía tiempo que Henry Pym no se sentía tan seguro de sí mismo. Mientras abatía las oleadas de enemigos que se le enfrentaban recordaba los tiempos en que bajo su identidad de Goliat era, no solo el vengador más listo, sino también el más fuerte. Todo se torció cuando creó a Ultrón, anoche finalmente exorcizó sus sentimientos de culpa. Con su puño derecho redujo a un puzzle de huesos a los cuatro guerreros amenazantes que se acercaban por el flanco diestro. De un revés de su izquierda estampó contra la pared de un edificio a los enemigos del lado opuesto. Disfrutando de sus victorias no notó como al fondo de la calle, junto al Berserker, una gigantesca ballesta de madera se movía lentamente, y comenzaba a calcular la trayectoria del proyectil conmocionador que estaba a punto de lanzar. Cuando Henry Pym estuvo en el punto de mira, el Berserker gritó.

- ¡Disparad! -

Chaqueta Amarilla no tuvo tiempo de reaccionar y un gigantesco ariete de madera le golpeó brutalmente en el vientre. El gigante vaciló unos momentos y cayó al suelo con la respiración cortada, sus ojos vieron como la horda borrosa corría hacía él blandiendo sus primitivas armas, cada uno de ellos dispuesto a rebanarle en pedazos. Hizo un esfuerzo mental por reducir su tamaño al de un insecto, y así refugiarse en las grietas y escombros del suelo, pero fue inútil, carecía de concentración suficiente.

Entonces otro borrón azul y rojo pasó volando ante sus ojos, dejó caer a otra figura oscura, y continuó su vuelo para embestir al ejército atacante. La figura oscura se acercó a Pym.

- ¿Hank, estás bien? – Pym reconoció en la voz amiga al Caballero Negro.

- S...sí. Da...dame un minuto para recuperar el aliento.

El Caballero Negro desenvainó la Espada de Ébano dispuesto a enfrentarse a los enemigos que habían rebasado al Primer Héroe. Sus armas infernales no tenían nada que hacer contra la hoja encantada de Merlín. Al ser sus contrincantes seres sin vida, Dane Whitman no tuvo que preocuparse por la maldición de la espada, y así con esta pudo romper y destrozar a sus enemigos sin miedo a caer preso de una sed de sangre insaciable. Mientras golpeaba a diestro y siniestro recordó la mirada que su nuevo compañero, el presunto super-hombre, había echado a su acero encantado.

Por su parte el gran héroe de mallas azules y capa roja avanzó a través de la horda sin compasión y alcanzó la ballesta gigante antes de que pudiera ser recargada. Con pasmosa facilidad la levantó sobre su cabeza y la arrojó sobre sus enemigos con tal fuerza que no solamente aplastó innumerables esqueletos sino que en su trayectoria arrasó la batería de catapultas que minutos antes el ejército invasor estaba usando.

El Berserker, desde su puesto de observación testificó impasible el resultado de la batalla. No iba como esperaba, de nuevo un grupo de guerreros disfrazados desplegaba ante él una serie de habilidades asombrosas que no había visto, desde... desde... ¿Pompeya? Al recordar sus últimos días en la ciudad romana, sus ojos se posaron en el Primer Héroe... Su fuerza y el aura de poder que emanaba le resultaban familiares y evocaban aquellos días. ¿Podía ser posible?


En la enfermería de la Mansión de los Vengadores, el mayordomo Jarvis, junto a Arthur Parks y el paramédico Jake Olson, examinaban a la cada vez más febril Guadalupe Santiago.

- Tenías que haberla llevado a un hospital. – Dijo Parks.

- Ningún hospital convencional habría servido, - contestó Olson. – Pensé que aquí, en la Mansión de los Vengadores, habría alguien capaz de ayudar.

Jarvis miró a Jake Olson fijamente, le recordaba a alguien, pero no podía colocarle. La intuición del mayordomo le llevaba a pensar que había más en el paramédico que lo que se veía a simple vista.


En el centro de Manhattan, el Berserker comenzó a impacientarse. Los Dioses Oscuros le habían provisto de un ejército de guerreros sin mente, leal y obediente, pero su eficacia contra seres superpoderosos dejaba mucho que desear. Todo su poder se basaba en el efecto fantasmagórico que provocaba su presencia, y en la fuerza del número. Sin embargo, los héroes ante él no vacilaban y sus huestes no solo se veían contenidas, sino que comenzaban a retroceder, estorbando y bloqueando el paso a la continua llegada de más tropas desde Times Square.

El gigante se había recuperado, y de nuevo sus brazos giraban de un lado a otro de la calle derribando enemigos por doquier. Ninguno de sus guerreros era rival para el recién llegado espadachín oscuro, un guerrero bajo cuya espada negra se partían huesos, cascos, corazas, escudos, y hojas de metal por igual. Toda la maquinaria de guerra pesada que habían transportado estaba siendo aniquilada por el poderoso héroe volador que tan familiar le parecía.

Pero al Berserker, no solo se le oponía este trío de luchadores, tenía constancia de que en las calles de alrededor otros enmascarados mantenían en jaque su avance. Añoró el arsenal del que antaño le dotaron su líderes aliens, se preguntó si sus diferentes escondrijos habrían sido descubiertos a lo largo de los siglos pasados, ya que ahora, a parte de su tropas, solo contaba con su propia vitalidad, y una lanza, o más bien el bastón de mando que le habían conferido los dioses oscuros para comunicarse mentalmente con sus tropas como si fuesen un solo hombre.

Mediante esa conexión el asesino milenario se percataba también de la resistencia que Lobo Rojo y Ave de Fuego estaban ofreciendo en Times Square. El villano sonrió cuando experimentó como a escasas manzanas, Triatlón y D-Man, eran aplastados por un torrente de guerreros. Una victoria momentánea, ya que su atención fue requerida de nuevo en Times Square...

- ¿Ves el portal? – Gritó Lobo Rojo a Ave de Fuego en el fragor de la batalla.

- Sí, pero no tengo un tiro directo, - Replicó ella mientras fundía amenazadoras lanzas.

- Da igual, no es momento para contenerse, Bonita, son esqueletos, ya están muertos, incinera todo a tu paso.

- Lo se, no es una cuestión de contención Lobo, sino de mantener la intensidad de la llama hasta que alcance su destino en vez de desperdigar su energía con obstáculos intermedios.

- Si lo que necesitabas era que te abriera camino solo tenías que pedirlo... – y chilló - ¡”Lobo”, conmigo!

El defensor de los Cheyennes y su inseparable y fiel compañero lobuno saltaron sobre los esqueletos ubicados en la trayectoria entre la posición de la vengadora hispana y el portal místico por el que continuaban llegando tropas macabras. De nuevo el tomahawk del piel roja desparramó los huesos de varios enemigos por el suelo, y de nuevo los colmillos y las garras de su acompañante dieron buena cuenta de varios adversarios. Una punzada de dolor golpeó a William Talltrees en su brazo derecho obligándole a soltar su arma, la hoja de uno de sus enemigos había golpeado su muñeca desarmándolo. El puño izquierdo del Cheyenne derribó al osado atacante al tiempo que gritaba. – ¡Ahora, Bonita, ahora!

La vengadora llamada Ave de Fuego emitió una gran llamarada contra el portal místico, el ambiente entre ambos mundos pareció comenzar a borbotear, y a ambos lados inmediatos del portal los colores comenzaron a distorsionarse. Finalmente, el puente entre dimensiones implosionó y se replegó sobre sí mismo, desapareciendo.

- ¿Cómo sabías que ocurriría esto? – Preguntó la vengadora.

- No sé. – Contestó él mientras se apretaba la muñeca dolorida. - Sólo lo sabía. Ha sido puro instinto.

En Shipolo, la tierra donde habita el panteón de los Anasazi, Nayanezgani, dios de la caza, más conocido como Owayodatta, miró a su padre, Manitú, y ambos sonrieron con complicidad y aprobación.

- ¡No puede ser! – Gritó el Berserker en la tierra al sentir que el flujo de tropas a través del portal había sido interrumpido. Todavía poseía el control sobre los miles de guerreros muertos que asolaban Nueva York, pero, la resistencia que había encontrado en los héroes ante él, iban mermando sus huestes cada vez más deprisa.

Dane Whitman vio al líder del ejército contrario, y comenzó a abrirse paso hacia él.

- Así que tú eres el general de este ejército macabro. – y avanzó amenazador blandiendo la Espada de Ébano.

El Berserker vio venir al líder de los Vengadores, observó la espada que empuñaba, y de algún modo presintió su poder. Un poder embriagador que parecía parejo al ansia de violencia que le había inspirado toda su vida. - Esa espada debe ser mía -, pensó, y se encaró al Caballero.

El bastón de mando del Berserker intentó golpear al cruzado moderno, pero este detuvo el ataque con su hoja, y en una hábil maniobra de espadachín seccionó la lanza en tres pedazos. Al mismo tiempo que el trío de fragmentos caían al suelo, el ejército del Hades comenzó a desmoronarse, como marionetas a las que han cortado los hilos, desplegando un efecto visual parecido al de las fichas de dominó que van derribándose mientras se alejan vertiginosamente del lugar donde cayó la primera.

En medio minuto, Lobo Rojo y Ave de Fuego en Times Square, y Henry Pym, el Primer Héroe y el Caballero Negro vieron caer a todos sus adversarios. Sólo el Berserker quedaba en pie ante ellos. El asesino milenario arremetió contra el Caballero Negro, pero este supo esquivarle y hacerle caer al tiempo que le golpeaba con el lado plano de su espada para no cortarle.

Chaqueta Amarilla se redujo al tamaño de un insecto y voló junto al Caballero, el Primer Héroe aterrizó junto a ellos. El Berserker comenzó a incorporarse, y entonces vio el rostro del Primer Héroe. Ambos se reconocieron.

- ¡Je! Herakles... o como te llames ahora, ¿Así que tú también sobreviviste a Pompeya...? – espetó el Berserker.

Los ojos del héroe de azul se llenaron de sorpresa e inmediatamente de ira. No esperaba encontrar a su viejo y odiado adversario aquí.

- ¡Tú! ¡Después de todos estos siglos!

- ¿Herakles? ¿No es ese el nombre griego de... – Comenzó a decir Henry Pym.

- ...Hércules. – Terminó de confirmar Dane Whitman. – Pero, no puede ser...

Ave de Fuego, Lobo Rojo y “Lobo” llegaron al lugar a tiempo de ver como el titán de la capa roja levantaba en vilo al Berserker y le asestaba un poderoso derechazo que lo arrojaba inconsciente varios metros atrás. El coloso se acercó furioso al villano caído dispuesto a asestar nuevos golpes para desahogar su rabia, pero el Caballero Negro y la Espada de Ébano se interpusieron en su camino.

- Si en verdad eres Hércules, cosa que dudo, sabes que no te voy a permitir dañar más a este hombre. ¿Quién eres realmente? ¿Te conocemos? – Inquirió Whitman.

El Titán se detuvo perplejo, meditó unos instantes. – Está bien... - Su rostro y su cuerpo comenzaron a cambiar ante el asombro de los héroes a su alrededor.

- ¡Tú! – Exclamó Pym.

- ¿Quién demonios? – Preguntó Lobo Rojo a Ave de Fuego.

- Me es familiar, pero... – Contestó ella.

- Apenas he coincidido con él en un par de ocasiones - Dijo el líder de los Vengadores – pero reconozco su rostro de nuestros archivos, eres uno de los nuestros, ¡Gilgamesh, el Héroe Olvidado...! 


Mientras más allá del cielo, en forma de satélite, orbita la presencia del ser llamado Groth para recordar a los simples mortales que el peligro no ha sido conjurado, la batalla de hoy ha terminado. Las calles de Nueva York han quedado silenciosas, el ejército del Hades ha sido rechazado, y su general derrotado. Restos de huesos y de armaduras antiguas se hallan desperdigados por las calles de la ciudad, y un punto concreto destaca sobre todos los demás, en él los vestigios del derrotado ejército de esqueletos se amontonan, ninguno logró sobrepasar la línea marcada por Dennis Dunphy y Delroy Garrett. Todo es silencio hasta que la montaña de cráneos, huesos y metal comienza a desmoronarse. Bajo ella sale el cuerpo magullado y herido de D-Man. Dunphy ayuda a levantarse al ensangrentado Triatlón. Juntos miran con orgullo y satisfacción lo que queda de sus enemigos.

- ¿Estás... bien? - pregunta D-Man a su compañero mientras se limpia la sangre del corte en la cara.

- Sí... - contesta Triatlón mientras cojea entre los cadáveres de los no-vivos. – Estoy como nunca. – Y sonríe al recordar la mirada agradecida de la Hermana Sharon al perderse por el final de la calle.

Cuando todo termine, si la tierra sobrevive, la prensa hablará del triunfo de los héroes durante el evento que darán en llamar, El Crepúsculo de los Dioses. Relatará con atisbos de épica la última hazaña de los Vengadores, el papel indispensable que jugaron los Cuatro Fantásticos, incluso el Daily Bugle publicará sus medias verdades sobre la destrucción que Spiderman aprovechó para causar durante la crisis. También habrá noticias sobre la actuación de otros héroes a lo largo del planeta, Alpha Flight, Iberia Inc., el Doctor Muerte.... Finalmente, los mismos Vengadores publicarán un informe en el que se hablará de como Thor, el Dios del Trueno, sostuvo la batalla decisiva que salvó a la humanidad. Nadie hablará de la heroica gesta de estos dos hombres, ni de las vidas que salvaron allí. Para el público general, D-Man y Triatlón, seguirán siendo considerados Vengadores menores, si acaso se les reconoce como tales, héroes de tercera división, vestidos con coloridos trajes irrisorios, y con poderes nada llamativos. Ellos, hoy, dormirán doloridos, pero satisfechos.


En el interior del volcán recién nacido en las aguas del Hudson, entre la lava hirviente y burbujeante, haciendo caso omiso de las altas temperaturas capaces de fundir cualquier metal forjado en nuestra esfera, una poderosa figura metálica comienza a surgir. Hace escasos minutos, la figura del poderoso Destructor se adentró en un mar de lava en su dimensión natal para resurgir ahora aquí, en Midgard. Esta armadura mística e indestructible, creada por el mismo Odín, está animada por el espíritu de Modi, joven huérfano cuya mente anida solo una idea, complacer a su señor Loki, y destruir a Thor, Dios del Trueno y a aquellos cuya existencia sea una constante burla a los designios de su amo. Con la idea de aniquilar a los Vengadores, lenta pero inexorablemente, el poderoso Destructor comienza a ascender por el interior del volcán hacia el mundo exterior.

Continuará...


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Referencias:
1 .- Tal y como os contamos en el episodio anterior.
2 .- Ver Los Vengadores 8
3 .- Ver La Visión 11, aquí en Action Tales.
4 .- La Hidrobase es el cuartel general del grupo que actualmente lidera el Capitán América, Los Invasores, una colección de Action Tales que deberías leer.
5 .- Lobo Rojo se alojó durante unos días en la mansión de los Vengadores, como recordarán los lectores de La Visión 6 y 7
6 .- En Marvel Team-Up 7, Lobo Rojo fue convocado ante los Anasazi, el panteón de dioses adorados por los pueblos nativoamericanos, que preside Manitú.
7 .- Fue derribada por el Berserker al final del episodio anterior.
8 .- Puedes leer el ataque de Plutón a Asgard en las páginas de Thor 11.
9 .- Nos referimos a Tauro, y su encuentro hace dos episodios.
10 .- Steve Rogers invitó a Dennis, Demolition Man, a unirse a los Vengadores en Captain America 349 (Enero 89). Dennis aceptó entusiasmado pero desapareció en combate en esa misma aventura antes de que el nuevo grupo se estableciese. Cuando regresó, las circunstancias le llevaron a hacerse cargo de los vagabundos de Zerotown.
11 .- Un resumen muy escueto de lo narrado durante el periodo The Avengers (Vol.3) 8-58 (1998-2002)
12 .- Encontraréis más detalles de las circunstancias del combate entre Spidey y Mangog en la serie Spiderman: Crepúsculo, escrita por el extraordinario The Stranger. Esto es un Crossover ¿Qué esperabais?
13 .- Vosotros habréis leído las hazañas de Superman en lo que llevamos de colección.
14 .- El origen del Berserker y su derrota ante los Vengadores fue narrado en Avengers (Vol.1) 207 y 208 ( Mayo y Junio, 1981)
15 .- Hace años Incredible Hulk 265 (1981), Ave de Fuego y Lobo Rojo fueron brevemente compañeros de equipo en un grupo de héroes llamado los Rangers

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