Thor Señor de Asgard nº10


Título: El Crepúsculo de los Dioses (I): La Danza de la Muerte (I)
Autor: Miguel Ángel Naharro
Portada: Giorgio Comolo
Publicado en: Febrero de 2007

¡Comienza el Crepúsculo de los Dioses! Un objeto de gran poder se dirige a Midgard, destruyendo todo a su paso, mientras el ejército enemigo ataca a Avalón, el reino de los dioses celtas.
“Ha tenido muchos nombres. Vingthor el lanzador, el hijo de la larga barba y enemigo de Hrodr. En su hogar ancestral Hymir le conoce como Veur. Compañero del infeliz Hrungnir le han llamado algunos. Al este del Elvigar, en tierra de gigantes, susurran el nombre de Hloriddi. Su padre le llamaba hijo. Su madre, querido. Y bajo las bóvedas celestes es Thor Odinson, dios del trueno, temor de Jormungand.”
Creado por Stan Lee & Jack Kirby


Resumen de lo publicado: Thor, con la ayuda de Crom y los cimmerios, ayudan a los asgardianos a derrotar a los trolls que sitian la capital del reino dorado. En un mortal combate, Thor derrota y mata al rey de los trolls, proclamando a Ulik como nuevo rey de los trolls.
Durante el combate, Brighid tiene visiones oníricas, con una mujer con la que ha ido soñando recientemente, finalmente, la diosa se ve atrapada en un extraño lugar y observa como una mujer, la que sale en sus sueños, ha ocupado su lugar al lado de Thor.
Mientras tanto, Loki convence finalmente a los hermanos  Magni y Modi, mediante un engaño, que Thor fue el responsable de la muerte de su madre. Ambos claman venganza y Loki le da a Modi la armadura del Destructor y a Magni la maza que perteneció al fallecido Thunderstrike. Los tres pasan revista a un ejército que ha preparado loki para la guerra contra los dioses…

                                                              

Navegando por el frío vacío espacial, se encontraba una pequeña flota de naves espaciales. Eran naves descomunales, en su interior, sus tripulantes, los alienígenas conocidos como los colonizadores de Rigel (1), se encontraban asombrados. Los colonizadores se movían a  un lado y a otro, inquietos. Habían descubierto algo que les intrigaba y les maravillaba. Sus espectro-exploradores, avanzados sensores de sus naves,  habían detectado un objeto surgido de otro plano de existencia.
El objeto era descomunal, de escala similar a un planeta mediano. Se dirigía hacía ellos a gran velocidad. Los colonizadores discutieron sobre ello, unos aleccionaban para que se preparasen las armas para un combate, otros eran más partidarios de no perder la oportunidad de estudiar tan extraño fenómeno.
Finalmente, decidieron intentar recoger todos los datos posibles de semejante objeto, jamás visto por nadie a este lado del cosmos.
En pocos minutos, tuvieron una imagen clara en los monitores. El gigantesco objeto estaba envuelto por una nube de energía que no dejaba ver su aspecto. De una de las naves rigelianas, salieron varias sofisticadas sondas que penetraron en la nube energética.
Durante un instante no ocurrió nada. Hasta que algo se revolvió en su interior. Una ola de energía
surgió de la nube y sacudió a las naves rigelianas con una tremenda fuerza. Dos de ellas explotaron al instante, una tercera se partió literalmente en dos. La cuarta quedó gravemente dañada y con sus motores completamente abrasados. 
  
La nave rigeliana, se hallaba flotando a la deriva, sin control alguno. Desde el destrozado puente de la nave, pudieron contemplar como el objeto reanudaba su rumbo inicial, ignorándolos. Parecían no ser una amenaza alguna. Uno de los rigelianos utilizo una de las computadoras que no habían sido destruidas para calcular hacía que destino le llevaría su rumbo actual. Según los instrumentos rigelianos, se dirigía al tercer planeta de un sistema solar. No un sistema solar cualquiera, si no el que albergaba al mundo conocido por sus habitantes como la Tierra. 



En Bifrost, el puente del arcoiris que comunicaba Asgard con Midgard, se encontraba la solitaria figura de Heimdall, el guardián de las puertas del reino dorado. El dios nórdico  oteaba el infinito, vigilando que nada perturbase la tranquilidad de su hogar, como llevaba haciendo desde el principio de los tiempos. Heimdall permanecía imperturbable y en silencio. Llevaba encima a Gjallerhorn, el cuerno de guerra que se podía escuchar en todos los rincones de los nueve mundos, si aparecían enemigos dispuestos a cruzar el puente del arcoiris. El centinela asgardiano sólo lo llevaba en tiempos de extrema crisis, como ocurría en estos momentos.
Los sentidos infalibles de Heimdall observaron que alguien se acercaba caminando sobre Bifrost. Heimdall no se llevó la mano a la empuñadura de su arma, ya que reconoció de inmediato quien era.
- Sif, querida hermana ¿Qué te trae por aquí?- Exclamó el guardián del puente del arcoiris.
- ¿Acaso tengo que tener alguna razón para visitar a mi hermano? – Dijo ella con una sonrisa.
- Desearía unirme a vosotros en estos momentos de necesidad, Sif, sin embargo, mi deber como guardián de Bifrost es más necesaria que nunca.
- Tiempos aciagos nos ha tocado vivir, Heimdall, quizás esta vez no seamos tan afortunados de salir triunfantes. Nuestros enemigos se agolpan a nuestro alrededor como lobos dispuestos a saltarnos al cuello.
- Estoy convencido de que Thor nos dirigirá hacía la victoria, no hay guerrero más valiente y más honorable que él.- Dijo Heimdall desenvainando y levantando su pesada espada. Después miró el rostro de su hermana y con delicadeza le acarició su bella cara.
- Ha tenido que ser muy duro para ti. El ver a Thor en brazos de otra mujer es algo que habrá puesto a prueba a tu corazón, Sif.
- Esta claro que nuestro sino no era permanecer juntos. Por más que me duela, en mi interior sé que lo que hizo Thor fue lo correcto. He apartado los sentimientos a un lado, para concentrarme en la guerra a la que nos dirigimos.- Dijo Sif con la mirada perdida en el cosmos.
- Si alguien tiene derecho a ser feliz, esa eres tu, hermana, no te niegues esa felicidad. He sabido del regreso de Bill, puede que sea cosa del destino.
Sif rió.
- Sólo las nors lo saben, hermano mío.
En lo alto de una colina, Jora la valkiria contemplaba como llegaban asgardianos de todos los rincones del reino dorado,  acudiendo a la llamada de Thor y acampando a las afueras de la capital, junto a los nuevos aliados de Asgard, los cimmerios.
Jora lloraba por sus compañeras valkirias caídas en la reciente batalla. Muchas de ellas fallecieron enfrentándose a los horrores alados invocados por el rey de los trolls. Jora acarició la cabeza de Crinblanca,  el caballo alado de la valkiria.
Las llamadas doncellas de la muerte habían escoltado a muchas almas de valientes guerreros hasta los salones del Valhalla. Jora se temía que no serian las últimas.
En la sala del trono, en el palacio real de Asgard.
Thor escuchaba con atención los informes de Balder y Thialfi sobre el reclutamiento de soldados.
- Espadachines, lanceros, jinetes y arqueros, también llegan leñadores, cazadores y hasta simples campesinos, todos acuden dispuestos a combatir al enemigo bajo tus órdenes, Lord Thor.- Indica Thialfi.- Llegan desde los rincones más recónditos del reino dorado.
- Cualquier asgardiano tiene derecho a defender su hogar, todos ellos serán sin lugar a dudas necesarios.- Dijo Thor.
El dios del trueno se incorporó de su trono.
- Lord Dagda ¿Tardarán en estar reunidos los ejércitos de tu pueblo?- Le preguntó Thor a su suegro.
Dagda se encontraba fumando en una larga pipa de madera. Se acarició su barba trenzada y sonrió jovialmente.
- En Avalón no se hacía una llamada a las armas tal desde hacía eras. Muchos acudirán, pese a los recelos existentes en esta alianza.- Observó el patriarca del panteón celta.
- ¿Recelos?
- En nuestras respectivas tierras no todos han tomado con regocijo la unión de nuestras casas bajo la misma bandera, amigo mío. Se ha derramado demasiada sangre entre ambos bandos como para olvidar tan fácilmente. Nuestra rivalidad se remonta a la noche de los tiempos. Aún así, no debes temer, estaremos con vosotros, como si fuésemos hermanos.
Thor se quedó pensativo, mientras se acercaba a Dagda.
- Puede que una visita mía y de mi esposa suavizase las cosas y crearía más lazos entre nuestros pueblos. Ahora somos aliados y amigos y tenemos que actuar como tales.
El dios druida expulso humo y le puso una mano en el hombro al monarca.
- Eres sabio, Thor, en tu semblante y tus decisiones se nota que eres hijo de Lord Odín, él no hubiese gestionado mejor la crisis actual.
- Es posible. Aún así, hecho de menos sus sabias palabras y su consejo.- Dijo Thor con nostalgia por la perdida de su padre.- ¿Y bien? ¿Iremos al reino de Avalón?
- Te recibiremos como nunca hemos hecho con ningún invitado, serán días de júbilo y alegría para mi gente.
- ¿Dónde se encuentra Leir, Lord Dagda?
- Me temo que Leir se encuentra atrapado bajo el hechizo de amor de una de vuestras doncellas. Un amor no correspondido que le tortura.- Observó el dios celta.
- La doncella es lady Sif. Tu hermano siempre ha sentido atracción por ella (2). La reciente llegada de Billy y el cariño que siente él por Sif no le habrá ayudado a serenarse. Hablaré con Leir, le hará bien.
Dagda asintió en silencio.
En otra parte del palacio, varios asgardianos se agolpaban para ver un entrenamiento entre dos de sus más ilustres guerreros.
- Volstagg ¿Qué es todo eso que llevas?- Preguntó Fandral al observar como su voluminoso amigo llevaba una bandeja de comida.
- Oh, sólo es un pequeño aperitivo, estoy a dieta.- Comentó Volstagg antes de hincarle el diente a un apetitoso muslo de pollo.- El asistir a una buena pelea me abre el apetito.
- Si te veo más delgado, como una sílfide.- Comentó Fandral irónicamente, fijando nuevamente su mirada en los dos contrincantes.
Hogun el torvo examinaba detenidamente a su oponente, intentando averiguar sus puntos débiles. Leir observaba a Hogun, esperando que se lanzase a golpearle. Necesitaba soltar un poco de adrenalina y este era un modo tan bueno como cualquier otro. Desearía tener en frente a ese cabeza de rumiante al que llamaban Billy Rayos Beta, pero no se podía tener todo.
- Apuesto dos monedas de oro por el grandullón celta, Harek.-Exclamó el joven Finnbogi al veterano guerrero que estaba a su lado. Ambos habían llegado el día anterior junto a quinientos hombres más, para unirse al ejército de Asgard.
- Guárdate tu dinero, jovenzuelo. El celta no tiene nada que hacer ante Hogun el torvo.- Contestó Harek el Rojo.
- ¿Pero has visto su tamaño? Al menos le saca dos cabezas a Hogun.
- Cuando más grandes son, más ruido hacen al caer, jovenzuelo.
Impaciente, y con ganas de pelea, fue Leir quien lanzó el primer golpe. Hogun lo esquivó y contraataco con una patada en una de las rodillas del dios celta. Leir descargó un puñetazo que no llegó a impactar en la cabeza de Hogun por un centímetro, este golpeo con precisión en el plexo solar del celta. Enfurecido, Leir lo agarró del cuello con las dos manos y lo levantó varios palmos del suelo.
El rostro del dios de la lanza y el rayo estaba descompuesto por la ira y por la rabia. Pese a sus intentos, Hogun no podía liberarse de la presa de Leir.
- ¡Leir! ¡Suéltalo! ¡Lo vas a matar!- Gritó Thor, que acababa de entrar en el patio.
La voz del dios del trueno le hizo reaccionar y darse cuenta de lo que estaba haciendo. De inmediato liberó a Hogun, ante el desconcierto y estupor de los asgardianos ante la actitud de Leir.
Hogun se llevó las manos a su dolorido cuello.
- Yo… Perdóname, Hogun, no sé lo que me ha ocurrido.- Se disculpo Leir.
- No pasa nada, amigo, no ha sido nada grave.
Hogun se acercó a Fandrall y Volstagg. Y los tres se marcharon del lugar rápidamente.
Leir se sentó y se sirvió un poco de agua mientras se limpiaba el sudor. Thor se sentó a su lado.
- Debes serenarte, Leir, acciones como esta no te ayudaran con Sif.
El dios celta le fulminó con la mirada.
- No sabes lo que es amar a alguien y no ser correspondido, tronador.
Thor se puso a reír en grandes carcajadas.
- ¿Qué es lo que te hace tanta gracia, asgardiano?
- Se muy bien lo que es enamorarse de una mujer y que no te haga caso, Leir. Muchas mujeres han pasado por mi larga vida y no todas han caído rendidas en mis brazos.
- Nunca había conocido a una mujer como Sif, Thor. Mi corazón esta apesadumbrado y triste. Tiempo atrás, ya traté de cortejarla y me rechazo. Había conseguido olvidarla, hasta que la volví a ver y de nuevo ese sentimiento enterrado se reavivo, como una llama que me queda y me abrasa, dios del trueno.
- Sif es una mujer complicada, con muchos matices. Es un espíritu indómito, salvaje, una auténtica doncella guerrera incapaz de dejarse doblegar ante nada, pero a la vez es tiene un alma dulce y gentil. Una mujer tan maravillosa como Sif requiere de mucha paciencia y mucho temple para seducirla. Ten paciencia, amigo, no desesperes. Creo que te vendrá bien tomar una cerveza.
- Al menos media docena.- Dijo Leir esforzándose por sonreír.
- ¡Anímate, guerrero! ¡Las maravillas del universo te esperan!- Exclamó Thor dándole una palmada en la espalda.- Te alegrará saber que nos vamos de viaje a tu hogar, a Avalón.
Los ojos del dios se iluminaron ante la mención del nombre de su hogar.
- Ah, dios del trueno, por fin conocerás los placeres y los tesoros que guarda la tierra de mis antepasados. Cuanto he anhelado pasear de nuevo por los bosques y montañas sin igual de Avalón, cada minuto que permanezco alejado de mi hogar, es como si perdiese algo de mi mismo.
- El hogar es donde esta el corazón, sin duda, Leir. Vayamos por una cerveza.

                                                              
Reino extra-dimensional de Avalón, hogar de los dioses célticos.
En los jardines del palacio real, la música y las risas lo llenaba todo. Los comensales habían formado un circulo alrededor de la hoguera y los manjares, al la tradición celta. Se sentaban en el suelo sobre pieles de animales. El lugar de honor lo ocupaba Thor, como invitado más ilustre, a su lado, Dagda actuaba como el anfitrión de la fiesta, Fluían ríos de hidromiel y cerveza, mientras se llenaban el estomago hambriento con la carne preparada en los calderos célticos. Los asgardianos pudieron comprobar que las historias sobre los suculentos banquetes celtas eran totalmente ciertas. Los alimentos eran de lo más variado: Cerdo cocido, buey, vaca, venados, truchas, miel, queso, mantequilla, leche, hidromiel, vino y cerveza.  Los bardos amenizaban la velada,  entonaban canciones acompañados de sus liras.
 Pese a la desconfianza inicial, hasta el asgardiano más escéptico no podía menos que admitir que el banquete estaba siendo esplendido.
Los dioses más importantes del panteón celta se encontraban sentados compartiendo mesa y mantel con quienes hasta hace poco eran sus más odiados enemigos.
Cathbad, el consejero más importante del señor de Avalón, era vidente y druida, además de consejero, se contaba que podía hablar  en una asamblea antes que él, ni siquiera el rey, a su lado se encontraba Goibniu, el dios celta de la herrería, era forjador de espadas y flechas invencibles en el combate. Un guerrero de espesa barba roja y tuerto bebía y reía a grandes y escandalosas carcajadas, respondía al nombre de Mogh Ruith, dios del sol. La mayoría de asgardianos no podían apartar la mirada de la voluptuosa belleza de Aevall, diosa  del amor y la sexualidad y reina de las hadas, no menos hermosa era Flidais, que vestía con ropa fabricada con plantas del bosque, no en vano era diosa de los bosques y de las criaturas salvajes. Junto a ella, estaba Cernunnos, el señor de todos los animales, cuya forma podía chocar un poco para quienes no estaba acostumbrado a ella, ya que tenía el cuerpo de un hombre y la cabeza de un ciervo.
Un guerrero fornido, vestido con una coraza y cuyas joyas en su yelmo, deslumbraban a cualquiera que lo mirase, conversaba con Hogun el torvo. Era Manannan Mac Lir, el dios celta del mar y señor de los océanos. Caber, dios de la velocidad, recordaba junto a Balder, antiguas batallas en las que participaron en bandos contrarios. Nuada “Mano de plata”, al que Thor recordaba de algún concilio de dioses en el que participo, discutía por algún tema con Rhiannon, hermana de la esposa de Thor y diosa celta de los caballos. Morrigan, diosa de la guerra y de la muerte, esposa de Dagda y madre de Brighid se sentaba junto a su marido, presidiendo el banquete.
- ¿Qué opinas de la hospitalidad celta, dios del trueno?- Preguntó Dagda al tiempo que cortaba con su cuchillo un buen trozo de carne de venado.
- Excelente, Lord Dagda, no podía esperar menos. La última vez que visite estas tierras querían arrancarme la piel a tiras, es bueno saber que todo eso quedo en el pasado.- Comentó Thor mientras llenaba de hidromiel un cuerno de oro y bronce.
- ¡Lo recuerdo!- Exclamó Leir que llevaba ya varios pellejos de vino bebidos.- Encontramos a una familia asesinada y su casa destruida. Como tu te encontrabas allí y eras un aesir, creímos que tú eras el culpable. Tuvimos un buen combate, te salvo que encontrásemos a la bestia que era la verdadera responsable de las muertes, ya te tenia contra las cuerdas y estabas a mi merced. (3)
- ¡Ja! Yo era quien estaba apunto de derrotarte, dios celta, el hijo de Odín nunca se rinde.
- Fue un combate digno de guerreros honorables como nosotros ¡Brindo por Thor y por los asgardianos! – Dijo el dios de la lanza y del rayo levantando su cuerno.
La mayoría de los comensales le imitaron.
Thor sonrió. Durante eras habían sido enemigos implacables, forjando mucho odio y dolor entre los dos pueblos. Estaba complacido de cómo estaba yendo los acontecimientos en este sentido. Su alianza era un símbolo, un símbolo que representaba la esperanza para los dioses de los panteones terrestres. Estaba convencido de que solo así podrían triunfar ante las fuerzas del mal que conspiraban con malas artes contra ellos. Eso le hizo pensar en Loki. ¿Qué es lo que habían hecho mal con su hermanastro en todos estos siglos para que acabase convertido en la serpiente traicionera que era ahora? Muchas veces se hizo esa pregunta, sin respuesta. Cuando eran niños, Thor creía que su hermanastro y él eran inseparables, como si fuesen verdaderos hermanos. Sin embargo, en el interior de Loki sólo crecía la envidia y la rabia por no ser el primogénito y el heredero al trono. Si se hubiese percatado de lo que pasaba por la cabeza de su hermanastro, quizás pudiese haberlo llevado por el buen camino. Loki decidió encomendarse a los designios de las tinieblas y de la sombra, conspirando para acabar con ellos y gobernar Asgard. ¿Era consciente de los poderes con los que estaba tratando? La ambición y el odio seguramente lo cegaban. Su amado padre, Odín, siempre llevó en silencio la pena y el disgusto por los actos de Loki. Cada vez que Loki hacía daño a inocentes, algo moría en su interior. Aunque su hermanastro no fuese consciente, su padre lo quería realmente, como si fuese de su misma sangre y eso hacía que su dolor y su pena fuese aún más grande.
- ¿En que piensas, amado?- Preguntó Brighid mostrando su esplendida sonrisa.
- Preocupaciones que debería dejar de lado en un momento como este, querida. No empeñare esta fiesta en nuestro honor y tu alegría con estos asuntos.- Comentó Thor sirviéndole un poco de vino a su esposa.
- Llevas una pesada carga sobre tus hombros, amado mío. Pero con tu poder y tu sabiduría saldremos adelante.- Dijo Brighid dándole un cariñoso beso en la mejilla.
- Veo que disfrutas de nuestra comida, amigo Volstagg.- Dijo Caber observando comer al voluminoso asgardiano.
- Mi voracidad es casi tan legendaria como mis hazañas en el campo de batalla.- Dijo Volstagg.- Estos son manjares dignos de un dios, sin lugar a dudas.
- ¿Y tu que opinas de nuestras mujeres, Fandral? No has perdido detalle desde que llegamos de Asgard.
- Hermosas damas, delicadas como una flor y a la vez duras como el acero, eso me gusta.- Observó Fandral.
- Tu fama como conquistador de mujeres ha llegada incluso hasta estas tierras, Fandral.- Comentó  la diosa Aevall.- No se si dar crédito a todo lo que cuenta de ti, asgardiano.
- Oh, las historias no me suelen hacen justicia, bella dama.- Dijo Fandral levantándose y besándole la mano cortésmente.- Aunque quizás podríais comprobarlo de primera mano.
Thor dejo su cuerno rebosante de hidromiel a un lado, al escuchar voces, gritos y maldiciones.
- ¿Qué demonios ocurre?- Preguntó Dagda con enfado.
Los guardias que vigilaban, miraban estupefactos a una figura metálica que flotaba sobre ellos.
- ¡Detente en el nombre de Avalón, hombre de metal!- Gritaron los guerreros alzando sus lanzas.
El androide miró inexpresivo a los invitados del banquete.
- Explicación: Soy el Registrador. Mi función es registrar y documentar sucesos para mis creadores, los Colonizadores de Rigel.
- Bajad las armas. Conozco a esta curiosa criatura, Thor y el Registrador han sido aliados en el pasado. ¿Qué te trae por Avalón, Registrador? (4)
-Afirmación: Esta unidad recuerda al dios del trueno. Mis amos me han enviado para advertirte.- Dijo el androide rigeliano.
- ¿Advertirme?
- Explicación: Hace pocas horas, mis amos descubrieron un objeto de gran tamaño y con un alto nivel energético que salio de un vortice entre dimensiones.
Observación: Provenía de un plano de realidad muy diferente al nuestro.
Hecho: Al intentar analizarlo, las naves rigelianas fueron destruidas sin ninguna dificultad para el objeto y siguió su rumbo hacía su objetivo.
- ¿Y cual es ese objetivo?
-Observación: El tercer planeta del sistema solar, al que sus habitantes llaman la Tierra.
Conclusión: Ya que el sujeto llamado Thor es el protector de la Tierra, se me envió para avisarle de la amenaza.
- Malas nuevas trae tu extraño aliado, Thor.- Dijo Leir.
- Explicación: Tengo que avisar a tus amigos también, dios del trueno. Al llegar a este reino extradimensional, he visto algo que os interesara. Puede mostrároslo mediante mis sistemas holográficos.
- Hazlo, Registrador.- Dijo Thor intrigado.
Todo alrededor cambio. El palacio real desapareció. En su lugar, se encontraban en la costa norte del reino místico de Avalón.
- ¡Por los hijos de Danu! Tu aliado utiliza brujería, Thor.- Observó el Goibniu, dios celta de la herrería.
Un chisporreteo de energía y se empezó a formar un portal, del que comenzaron a salir tropas de guerreros, bien armados y con armaduras.
- ¡Conozco las vestimentas de esos guerreros! Son hombres del panteón Hindú.- Exclamó Dagda.
- Esos traidores de Brama, Shiva y Vishnu. Pagaran cara su osadía.- Afirmó Thor apretando sus puños.
- No están solos ¡mirad!- Dijo Caber señalando con su dedo.
Un número alto de extrañas criaturas, abominaciones sin nombre acompañaban a los guerreros hindúes. Algunas se arrastraban a cuatro patas, otras se deslizaban como gusanos. Por el aire se desplazaban seres alados, con garras y comillos afilados y ojos brillantes. Encabezando el ejército, iba un siniestro guerrero enfundado en una armadura negra y llevando un yelmo con alas de dragón, montaba un corcel de color ébano y sus ojos eran de color sangre. A su lado, cabalgaba un joven fornido guerrero, con una larga cabellera roja.
- ¿Quiénes pueden ser los que dirigen ese oscuro ejército?- Preguntó  Nuada “Mano de plata”.
- Sin duda siervos de mi odiado hermanastro.- Dijo Thor, sin comentar a nadie que el guerrero pelirrojo le era familiar de alguna manera que no conseguía comprender.
- ¿Puedes mostrarnos un seguimiento de los invasores, Registrador?- Dijo Dagda.
- ¿En que piensas, lord Dagda?
- No les esperaremos, Thor, iremos a su encuentro. Esos perros no saben que la furia en combate de un guerrero celta es mortal.
- Y la de un asgardiano. No peleareis solos, amigos, los asgardianos estaremos a vuestro lado.
-Advertencia: Registro la creación de disrupturas, rasgaduras del continuo espacio.- Informó el Registrador.
Haces de energía se materializaron sobre ellos. De ellos comenzaron a surgir criaturas, de piel rugosa, con algo de insecto y algo de mono.
- ¡A las armas, dioses de Avalón! ¡Nos atacan!- Exclamó Thor con urgencia.
 
Golthoth era el nombre del lugar donde apareció el dios del engaño llamado Loki. Era un nombre susurrado con temor incluso por los más poderosos nigromantes. Golthoth antaño fue un lugar de paz y de meditación. Los más sabios, la gente versada en las artes de la astronomía, de la magia y de la ciencia, se reunían en este templo. Durante miles de años se considero un lugar sagrado. Hasta que el mal entró poco a poco en el corazón de sus habitantes, sigilosamente, sin hacer ruido, fue corrompiendo sus almas, hasta que estos acabaron realizando los actos más horrendos e inhumanos, aberraciones sin nombre que llevaron a este lugar de paz y sabiduría a convertirse en un sitio maldito, donde la maldad quedó impregnada para siempre en cada centímetro, en cada piedra, en cada esquina.
El bien evitaba Golthoth, si bien, el mal era atraído con fuerza. La magia negra u oscura era mucho más poderosa en este lugar que en cualquier otro.
Loki lo sabia, y lo había elegido para realizar el complicado ritual que desencadenaría una serie de acontecimientos que asegurarían el triunfo de los antiguos poderes y por extensión, el suyo propio.
  
Una figura siniestra acompañaba al asgardiano, un joven de piel aceitunada, cabello negro largo y liso, sin ojos en las cuencas oculares. El joven observó con atención como los siervos de Loki ataban a un grupo de mujeres y niños en los pilares de piedra.
Un hombre fue llevado al altar situado en el centro. El hombre gritaba y pataleaba, intentando evitar que lo atasen al altar.
Loki hizo un gesto y un libro levito hasta situarse en frente suyo. Las páginas del libro pasaron rápidamente ante los ojos del dios. Era un libro antiguo, cuyas páginas estaban escritas con sangre y su cubierta forrada con piel humana, era el llamado libro de los dioses muertos.
El dios de la mentira y del mal había sufrido una metamorfosis, como una polilla que se había convertido en una mariposa. Su transformación iba mucho más allá de lo físico, su poder fue creciendo y creciendo desde entonces, hasta alcanzar su cenit. Para poder realizar con éxito el ritual, necesitaba usar gran parte de su energía mística. Su cuerpo se había ido adaptando lentamente a su nuevo estado y ahora estaba capacitado para lograr realizar el ritual.
Loki dibujó un círculo alrededor del altar. Las mujeres y los niños gritaban, suplicando por su vida, lloriqueando y rogando. El dios del engaño ni pestañeó, y comienza a entonar un macabro cántico. Loki se movía hacía la victima en el altar. Es un hombre, en cuyos ojos se podía observar el terror y el miedo que le dominaba. Rajó el pecho de la víctima, y vientos aullantes comenzaron a soplar alrededor del círculo, levantando el polvo a su paso. Arrancó le corazón, el cual continuaba latiendo, retorciéndose y revolviéndose en su mano.
 
Loki mordió con fuerza el corazón y lo masticó, comenzó a brillar con un sobrecogedor brillo azul que salío de él, dirigiéndose al resto de victimas, que al paso del haz de luz azulada se convertían en un montón de cenizas humeantes. Un estallido de luz azul, como de cien relámpagos estallando, y una ensordecedora explosión.
El joven de piel aceitunada se movió, su forma pareció distorsionarse, abandonando todo rastro de humanidad. Tenía un cuerpo monstruoso, donde su rostro había sido sustituido por un largo tentáculo rojo. Era el caos reptante, era Nyarlathotep y un alarido espantoso surgió de su garganta.
 
De las fisuras dimensionales, no cejaban de salir las grotescas criaturas. Sus fauces se abrían y cerraban obscenamente, mostrando unos dientes tremendamente peligrosos.
Una de esas criaturas se abalanzó sobre uno de los guerreros, y lo despedazo son sus garras, hasta convertirlo en una masa sanguinolenta.
Manannan Mac Lir le atravesó la cabeza con una de sus jabalinas. Flidais, la diosa de los bosques movió gracilmente sus manos y del suelo crecieron plantas que rápidamente apresaron a varias de las criaturas. Leir lanzaba sus lanzas de energía, derribando a las criaturas, así salían de las fisuras. La maza de Hogun el torvo aplastaba cráneos a diestro y siniestro, mientras la hoja afilada de Fandral cortaba cuellos y penetraba en la carne de esos siniestros seres.
Volstagg, sin embargo, estaba refugiado bajo una mesa, observando la sangrienta batalla que se desarrollaba a su alrededor.
Los rayos y los truenos surgían de la figura del monarca de Asgard. Thor movía su fiel martillo Mjolnir, derribando a sus enemigos, que caían bajo el poder del martillo de uru.
- Pérfidas criaturas, no conseguiréis doblegarnos.
El dios del trueno observó como una de las criaturas surgía por una grieta, mientras Dagda combatía con rabia, usando su arma mística de guerra, que por un lado era una hoz druídica y por el otro una maza de combate. Thor hizo volar a Mjolnir, que impacto con dos enemigos que estaban apunto de lanzarse sobre la espalda del dios celta.
Dagda le agradeció la ayuda con un gesto, al tiempo que le segaba el cuello a una de las criaturas con su hoz.
El Registrador analizaba el combate, protegido por un campo de fuerza personal que le dejaba fuera del alcance de las garras de los seres de pesadilla.
Caber se movía como una estela de colores, golpeando a las criaturas antes de que puedan ver que les ha golpeado.
Balder el bravo con una espada en cada mano, hacía caer a sus contrincantes, demostrando ser un maestro en el arte de la esgrima.
Muchos engendros cayeron ante la espada de Brighid. Ella combatía con una sonrisa en su bello rostro, como si todo esto le pareciese divertido de algún modo.
Tras un largo rato, las brechas dejaron de aparecer. El ataque parecía haber cesado, bajo un baño de sangre.
Habían salido victoriosos.
- Me temo que estas viles criaturas son la avanzadilla del ejército enemigo.- Observó Thor.
- ¿Esto es todo lo que puede enviar, Loki? Si es así, les pasaremos por encima y les aplastaremos como los cascos de los caballos aplastan la hierba.- Fanfarroneo Leir.
- No subestimes a mi hermanastro, Leir. Es capaz de cualquier atrocidad con tal de salirse con la suya.
                                                           

Loki tenía ambos brazos extendidos. Por encima de ellos,  un vórtice giratorio de forma oscura, absorbiendo todo el viento.
 En el interior del vórtice, impensables formas parece retorcerse y agitarse, como si intentasen romper una barrera invisible desde alguna lejana dimensión de horrores enloquecedores. El asgardiano agitó las manos y susurró unas palabras. Destellos azulados surgieron del vórtice y los horrores insondables que se podía observar en su interior comenzaron a pisar nuestra realidad, nuestro plano de existencia, por primera vez en millones de años.
Loki elevó un gritó triunfante.
 Orbitando a kilómetros de la superficie terrestre, se encuentra la estación internacional Mir. Los astronautas que trabajaban en la estación estaban realizando unas sencillas reparaciones en su estructura.
En el frío espacio, el astronauta Sergei Kiriakov se encontraba fuera de la estación, llevando un traje espacial que lo protegía de los rigores del espacio. Llevaba cerca de una hora trabajando en la reparación de los paneles y casi había terminado. Con perplejidad, Sergio se percató de que toda la estructura  estaba vibrando.
- Aquí Sergei ¿Qué es lo que ocurre? Parece que…
Sergei no pudo completar la frase, una onda de energía golpeó la estación Mir e hizo que esta explotase y se convirtiese en solo polvo estelar.
Un objeto de enormes proporciones había aparecido frente a la Tierra. Estaba envuelto por una nube de energía de incomparable magnitud. La nube fue poco a poco desvaneciéndose y dejando ver lo que se encontraba en su interior. Era una nefasta esfera de color rojo óxido, de mayor tamaño que la luna. Su superficie estaba surcada de fallas y grietas. Era rojo, sin rasgos excepto por protuberancias
bulbosas semejantes a colinas. En su centro se formó un gran ojo rojo en la corteza del planeta. El planeta rojo se puso en orbita alrededor de la Tierra, como si fuese un satélite más.
En la superficie, desde todos los lugares del mundo, pudieron contemplar el planeta suspendido en el cielo. La coloración del cielo, de la atmósfera terrestre comenzó a cambiar, tornándose roja, como la sangre. Los volcanes inactivos comienzan a entrar en erupción, las mareas cambian, el tiempo enloquece, la tierra tiembla.
Desde las profundidades marinas empezaron a ascender inmensas y colosales ciudades emergiendo de las aguas en los océanos y mares terrestres. Las ciudades acuáticas tenían edificios y torres de una arquitectura tan extraña y desconcertante como podrían ser sus constructores, las altas torres destacaban en la inmensidad de las aguas. En las entrañas de la tierra, criaturas vermiformes y viscosas se removían y surgían. Bajo los cementerios, donde descansan los difuntos, unos seres repugnantes, con pezuñas en lugar de pies, rasgos faciales caninos y garras, comienzan a emitir un gorgoteo terrorífico mientras devoran los cadáveres de los allí enterrados.
Todos ellos sentían la llamada de sus amos, tras largas eras ausentes, regresaban para reclamar lo que era suyo.
En el edificio Tempo, el doctor Stephen Extraño suspendió su meditación al sentir un inminente peligro de origen místico y sobrenatural.
En la reserva de los indios saarce, en Canadá, Michael Twoyoungmen, también conocido como Shaman, sintió una fuerza mística como nunca antes.
La Hidrobase, isla artificial que servia de cuartel general a los Invasores. Druida fue consciente de que algo oscuro y maligno había llegado a nuestra realidad.
El profesor Charles Xavier sintió como si su mente se quebrara y se rompiese en mil pedazos. Xavier se recuperó y tuvo la certeza de que sólo era el principio.
En su mansión de San Francisco, base de los Nuevos Defensores, el Hijo de Satán, pudo percibir una oscura y tenebrosa maldad, mucho más profunda que la de cualquier demonio.
En el monte Olimpo, el todopoderoso Zeus se encontraba sentado en su trono. Cuando de pronto lo noto. El poder y la maldad que desprendían fue abrumadora para el padre de los dioses, abrumadora e inquietante.
En las inmensas y hermosas praderas de Shipolo, Manitú, el gran espíritu, la divinidad suprema entre los indios americanos, sintió la presencia del enemigo. Apremió a su montura para reunirse con el resto de sus hermanos dioses y advertirlos.
Yu-Hang, permanecía sentado en su trono, en su palacio de jade, en el reino de Ta-lo, hogar de los dioses chinos. La presencia se hizo notar con tal fuerza que durante un instante, perdió las fuerzas y estuvo apunto de desmayarse.
El padre del vudú, Buluku, miró al cielo de su reino y supo que los malos presagios se habían cumplido.
En el reino de Ama, donde viven los dioses de Japón. Izanagi sintió una presión en su cráneo y lo supo.
En el reino conocido como Svarga, Svarog, patriarca de los dioses eslavos, exclamó una maldición al sentir la presencia del odiado y anunciado enemigo.
Osiris, señor de Heliopolis, hogar de los dioses egipcios, se apoyo en su místico cayado y observó con preocupación lo que estaba ocurriendo.
Imágenes similares se repetían en todos los hogares de los panteones de dioses terrestres. En Avalón, Thor y Dagda lo sintieron al mismo tiempo.
- ¿Lo notas, lord Dagda?- Preguntó Thor.
- El enemigo ha llegado a nuestras mismísimas puertas.- Señalo el señor del panteón celta.
- No sólo eso, hay algo más… ¿Puede ser…? – Exclamó el señor de Asgard haciendo girar su fiel martillo, intentando crear un vórtice dimensional.
- ¿Qué es lo que ocurre, dios del trueno?- Preguntó Leir con preocupación.
-¿Sientes los cambios, Dagda? Ha habido un desplazamiento en los caminos entre las dimensiones.
Nuestros reinos han quedado separados de Midgard. Las barreras entre los distintos planos no pueden cruzarse. Estamos atrapados aquí.- Observó Thor con la preocupación reflejada en su rostro.
- ¡Incapaces de regresar y proteger Asgard!- Gritó Balder.
Thor movió el rostro negando.
- Algo me dice que el enemigo es el único que puede traspasar las barreras entre los reinos divinos. Si es así, no podemos acudir en ayuda unos de otros,  pueden acabar con los diferentes panteones, uno tras otro, ¡sin que podamos hacer nada para evitarlo!

Continuará...


Próximo Número: ¿Podrán Thor y los dioses celtas sobrevivir al ataque del ejército de Loki?
Tiwaz y Crom inician una peligrosa búsqueda, mientras la guerra comienza a llegar a los diferentes reinos celestiales.



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Referencias:
1 .- Los rigelianos, también conocidos como los Colonizadores de Rigel, son una raza extraterrestre semi humanoide, que han establecido un gran imperio de planetas en la Vía Láctea, en la Galaxia Andrómeda y otras galaxias vecinas, y que han tenido contacto con los humanos de la Tierra.
2 .- En el Thor# 417 Usa del vol.1
3 .- En Thor #386 Usa del vol. 1.
4 .- El androide del tipo Registrador apareció por primera vez en el Thor#132 Usa del vol. 1

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