Thor Señor de Asgard nº04



Título: Cuando los Dioses Caen (I): Una noche en la Ciudad
Autor: Miguel Ángel Naharro
Portada: Sigmund Nemo
Publicado en: Agosto 2005

Thor y Leir van a Midgard, a la ciudad de New York para que el señor de Asgard se olvide un tiempo de las preocupaciones reales, justo cuando llega ¡Desak, el Destructor de Panteones! Con la aparición estelar de ¡Hércules!.

“Ha tenido muchos nombres. Vingthor el lanzador, el hijo de la larga barba y enemigo de Hrodr. En su hogar ancestral Hymir le conoce como Veur. Compañero del infeliz Hrungnir le han llamado algunos. Al este del Elvigar, en tierra de gigantes, susurran el nombre de Hloriddi. Su padre le llamaba hijo. Su madre, querido. Y bajo las bóvedas celestes es Thor Odinson, dios del trueno, temor de Jormungand.”
Stan Lee y Action Tales presentan:

Creado por Stan Lee & Jack Kirby

 

Resumen de lo publicado:  Thor y Brighid son atacados por los dioses oscuros, que se han liberado de la prisión donde los retuvo Odín. Durante el combate, Perrikus, uno de los dioses oscuros, hiere a Brighid, y Thor enfurecido dispersa las energías vitales de los dioses por el universo.
Tras curarla, y ante la sorpresa de algunos de sus amigos, decide casarse con la diosa celta. Tras la boda, las casas de Asgard y Avalón quedan unidas.
Por su parte, el hermanastro de Thor, Loki, consuma su senda oscura y obtiene un inmenso poder que le cambia radicalmente su físico.




                                                          
                                                               
 
Loki encendió un pequeño brasero, con una de sus largas uñas trazo una línea en su muñeca, enseguida la sangre comenzó a brotar y la dejo caer sobre las llamas del brasero. Cerrando los ojos susurra unas palabras de poder, un hechizo que hacía mucho tiempo que no usaba. Ante el surgieron varias llamaradas y de ellas se formaron dos formas. Eran dos hermosas mujeres, una tenia el cabello largo y rubio, con ojos grises y crueles, la otra llevaba su cabello color ébano como la misma noche recogido en una larga trenza. Loki se sonrió, ante él tenia a sus dos hijas, Eisa y Einmyria, diosas de las brasas y de las cenizas, hijas de su primer matrimonio con la diosa Glut.
 
- Padre... ¿eres tu?
 
- Claro que es él, Eisa. Aún con este aspecto demoníaco reconozco a nuestro odiado padre.
 
De los ojos de Einmiyria surgió el fuego envolviendo a las dos diosas. Loki de un simple gesto apagó las llamas.
 
- No tengo tiempo para vuestros juegos. Como veis, he cambiado. No solo mi aspecto, seguro que podéis sentir el poder que hierve dentro de mí. Es preferible estar a mi lado y no en mi contra, queridas, no me agradaría tener que borraros de la existencia...
 
Durante un instante, las dos hijas de Loki parecieron dudar, pero finalmente se acercaron a su padre y sonrieron.  Eisa agarró la mano de su padre y se metió uno de los dedos en la boca, lamiéndolo con lentitud. Einmyria la paso la mano por el rostro.
 
- ¿Cuáles son tus planes, padre? Me da la impresión de que preparas algo grande, queremos ser parte de ello.
 
El dios de la mentira apartó a las dos bellas mujeres de su lado y convoco una imagen.
 
- Traedme a estas dos personas.
 
- ¿Quiénes son? Sus rostros me resultan ligeramente familiares.
 
- Oh, son muy importantes, pero ellos aún no lo saben...
 
Las dos hermanas se miraron mutuamente y decidieron que no importaba su identidad.
 
- Pronto los tendrás a tus pies, padre.
 
Ambas desaparecieron en un estallido de llamas. –Sí. Pronto todos estarán a mis pies.- Pensó Loki. Era hora de volver su mirada a otros asuntos igual de importantes.
 
Con un sencillo encantamiento cruzó un portal, y apareció en Midgard. Si cualquiera lo observase solo vería a un hombre de mediana edad, con un traje caro y con un maletín en una mano. Uno más entre docenas de ejecutivos de la ciudad. Sus carcajadas se perdieron entre miles de voces urbanas.


                                                                



- Creo que la cabeza me va a estallar.
 


Thor estaba sentado en su trono, y alrededor suyo tenia una montaña de documentos de estado, pergaminos, libros y cartas diversas. Llevaba horas revisándolos, después de tener que atender varias disputas regionales, presidir un festival y un buen montón de cosas más.
 
- Los asuntos de estado no pueden esperar, milord.- Dijo el anciano visir que también había servido a su padre durante su reinado.
 
- ¡Preferiría mil veces enfrentarme con una horda de enfurecidos enemigos!
 
- Pues deberán  esperar, mi señor. Antes tendrá que enfrentarse con  unas docenas de asuntos de estado más.
 
- ¿Cómo lo soportaba mi padre?
 
- Al principio como usted, con el tiempo aprendió que estos asuntos son de tanta o más importancia que las batallas.
 
La diosa guerrera llamada Sif tenia la mirada perdida en el cielo. Billy (1) ya se había marchado de nuevo al espacio. Y aunque él había insistido en que le acompañase, ella se negó. Tenía que quedarse en Asgard. Por lo que dijo Thor, quizás necesitarían de su habilidad con la espada y ella quería sentirse útil, distraerse y poder alejar los sentimientos que aún latían en su corazón. Planeaba ofrecerse para encabezar alguna misión y así poder aclarar sus pensamientos.
 
- Dama Sif.
 
La diosa se giró y en frente tenía a un hombre alto y fuerte, con el cabello pelirrojo, al igual que su largo bigote. Su rostro estaba teñido por varios símbolos y pinturas celtas.
Era Leir, el dios celta de la lanza y el rayo.
 


- Me preguntaba si podrías enseñarme la ciudad, en otras ocasiones mis visitas han sido breves al reino dorado y pensé...
 
- No tengo tiempo, estoy muy ocupada. Seguro que encuentras a alguien que te pueda ayudar.
 
Sif hizo el gesto de marcharse y Leir le puso la mano en el hombro. Esta se dio la vuelta con rapidez y desenvainó la espada, poniendo su afilada punta contra el cuello del dios celta.
 
- ¿Acaso quieres que volvamos a luchar?(2) No tienes nada que hacer. Mi corazón pertenecía a otro y ahora mismo no pertenece a nadie. No lo hará jamás.
 
Retiró la espada del cuello de Leir y se marchó sin mirar atrás.
El dios de la lanza y el rayo la observó marcharse en silencio. En sus manos crepitaban energías capaces de destruir montañas. Esa mujer le traía de cabeza desde la primera vez que la vio. Su belleza, su carácter indomable, su habilidad como guerrera. Todo ello Hacía de ella la mujer perfecta desde el punto de vista de Leir. Aún así, ella le rechazaba una y otra vez. ¿Qué es lo que tenía que hacer para conquistarla?
 
- ¿Qué te preocupa, Leir?
 
Era su sobrina Brighid.
 
- ¿Qué te hace pensar que estoy preocupado?
 
- Cuando algo te preocupa te acaricias el bigote. Dijo ella con una sonrisa.
 
En ese instante se dio cuenta de que su mano estaba acariciando los bigotes.
 
- No me había dado cuenta... Tendré que ser más cuidadoso.
 
Ella se la acercó y le dio un cariñoso beso en la mejilla.
 
- Es por lady Sif ¿verdad? No me mires con esa cara. Tu interés por ella es antiguo y por lo que veo
aún persiste. Si estáis destinados a estar juntos, todo llegara, ya lo verás.
 
- Espero que tengas razón, Brighid.
 
- Me dirigía a ver a mi esposo ¿me acompañas?
 
- Claro.
 
Al entrar ambos en la sala del trono, Thor estaba enfrascado en la lectura de un pergamino. Al ver a su esposa, se levanto del trono y se besaron.
 
- Cariño, llevas días sin descansar, reuniones, viajes, ceremonias, lecturas de documentos. Es momento de que te tomes un respiro.
 
- Pero mis responsabilidades...
 
- Yo me ocuparé de ellas mientras tanto, vete y diviértete.- Dijo ella mientras cogía un montón de pergaminos.- Vete con tus amigos y diviértete. Todas tus responsabilidades seguirán aquí cuando vuelvas.
 
- Los tres guerreros están de viaje... Quizás vaya a Midgard.
 
- Midgard, eso es, ve a Midgard y pásalo bien con tus amigos. Leir me decía que también tenía ganas de visitarla ¿verdad?.- Le dijo a Leir mientras le guiñaba un ojo.
 
- Humm Claro, además yo también necesito distraerme un poco.
 
- ¡Pues esta decidido! ¡que tiemblen los mortales! ¡pues vamos a acabar con todas sus reservas de cerveza!.- Gritó Thor.
 
Se acercó a su esposa y la abrazó.
 
- Muchas gracias por todo, Brighid. Volveremos en un día.
 
- No tengas prisa, diviértete y relájate. Después te podrás enfrentar a los asuntos de estado con energía renovada.
 
- Además de hermosa eres sabia, querida.


                                                                



- Creo que es hora de que montemos el campamento. El estomago del león de Asgard ruge hambriento.
 
- Volstagg, amigo, tu estomago nunca para de rugir.- Comentó jocosamente Fandral.
 
Hogun el torvo no añadió nada. Sin embargo con su mirada buscaba un lugar adecuado para acampar durante la noche.
 
- Allí podremos pasar la noche.- Señalando con un dedo un claro del bosque.
 
Mientras Fandral y Hogun ataban a los caballos y preparaban el campamento, Volstagg se alejo un poco para recoger algo de leña para el fuego que debía estar encendido toda la noche. Se le hacia la boca agua pensando en la “pequeña “ cena que pensaba prepararse. Había sido una jornada dura y un bravo guerrero como él tenia que alimentarse bien si no quería desfallecer en pleno combate.
Tras recoger suficientes ramas, regreso con sus compañeros. Fandral encendió el  fuego y Volstagg preparaba un guiso para la cena.
 
- ¿Creeís que Thor seguirá siendo como antes?
 
- ¿A que te refieres, Fandral? – Pregunto Volstagg mientras removía la cuchara en la pequeña olla donde estaba cocinando.
 
- Thor es ahora un monarca, ya no se vendrá con nosotros de aventuras, ni pasaremos horas en la taberna cantando canciones y admirando la belleza de las camareras. Ahora tiene otras prioridades.
 
- Mmm Yo sigo siendo el mismo guerrero indómito que era antes de casarme. Tienes responsabilidades, pero eso no evita que no pueda divertirme con mis amigos.
 
 
- Espero que al menos no gane kilos como tu, que le siente mejor el matrimonio.
 
- Yo no he ganado kilos. Sigo teniendo la misma figura que en mi juventud ¿Y tu que opinas, Hogun?
 
- Thor es nuestro monarca y nuestro señor, pero sobretodo es nuestro amigo eso nunca cambiara y eso es lo que importa. Estoy seguro que cuando sus obligaciones se lo permitan se vendrá con nosotros para recordar viejos tiempos.
 
- Si, seguramente tienes razón, como siempre. Volstagg, se supone que la cena es para todos, no para ti solo.
 
- Solo estoy probando que la salsa este en su punto.- Dijo dejando la cuchara en la olla.
Hogun el torvo  dejo de prestar atención a la conversación entre sus dos compañeros, y se concentro en afilar y limpiar sus armas. De pronto se levantó y agarro su maza de combate. Miro a un lado y a otro y le hizo un gesto a sus amigos. No estaban solos.
 
Fandral desenvainó su espada y el voluminoso Volstagg se oculto detrás de un árbol.
La maleza se removió y de entre la espesura de los árboles salió una figura. Era un hombre
corpulento y muy alto, envuelto en una capa de piel, su largo cabello y su barba eran completamente blancos.
 
- Identifícate.- Dijo en tono amenazante Hogun.
 
El intruso sonrió despreocupadamente.
 
- Solo soy un viajero que buscaba calentarse en vuestro fuego. No soy ningún enemigo vuestro, tenéis mi palabra.
 
- Acércate entonces, amigo, compartiremos nuestro fuego y nuestra comida.- Dijo Fandral.
 
- Yo soy Hogun al que llaman el torvo. Mi compañero es el valiente Fandral y el voluminoso guerrero que se oculta detrás de ese árbol es Volstagg el león de Asgard
 
- Solo estaba evitando que nos sorprendiesen por la retaguardia, amigos míos.
 
- Hasta del lejano lugar del que vengo han llegado los clamores de vuestras hazañas ¡sois los tres guerreros!
 
- ¿Y que lejano lugar es ese?.- Preguntó Hogun.
 
- Primero me presentaré. Podéis llamarme Tiwaz. Vengo de las afueras de Asgard.
 
- Largo camino has recorrido, amigo Tiwaz. Y llevas poco equipaje para tan largo viaje.
 
- No hay mejor equipaje para llevar encima que la cordura y la mente clara. En tierras lejanas es más útil que el oro y saca al pobre de los apuros.- Contestó Tiwaz.
 
- Bien dicho. Y ahora sirvámonos un plato de ese guiso antes de que el león de Asgard nos deje sin nada que llevarnos a la boca.
 
El corpulento anciano rió en grandes carcajadas. Hasta Volstagg  se contagió de la risa del viajero. Riendo se reunieron en torno al fuego y se dispusieron a cenar.


                                                               

Jake Olson (3) había tenido una noche muy movida. Las emergencias médicas parecían no terminar nunca. Lo que necesitaba era una refrescante ducha, una cena rápida y un reconfortante sueño de ocho horas. Cuando abrió la puerta lo único que no esperaba es encontrarse a dos personas en su apartamento.
 
- ¿Quiénes sois?
 
- ¿No me reconoces?
 
Observó más atentamente al intruso, llevaba el pelo largo y rubio recogido en una coleta, gafas que ocultaban apenas sus ojos azules. Aunque iba vestido de paisano y se intentara disfrazar reconoció a...
 
-¡ Thor!
 
- Jake, me alegro de verte. Aunque ahora estoy con mi vieja identidad de Sigurd Jarson (4). Este es Leir.
Saludó al celta, que aún vestido de paisano, destacaría entre mil por su elevada estatura y su musculatura.
 
- Me acuerdo de él. ¿Y que os trae por aquí?
 
Sigurd le dio una palmada en la espalda a Jake y rió.
 
- Venimos a relajarnos, una noche de diversión en Midgard  para cuatro audaces caballeros.
 
- ¿Cuatro?
 
- Hércules se unirá a nosotros.
 
- Me halaga que hayáis venido a buscarme, Thor.
 
- Amigo mío, tu has sido parte de mí y Thor nunca lo olvidara. Ahora y siempre serás mi amigo.
 
- Es todo un honor. Bueno, si os esperáis un momento, me cambiare de ropa y os acompañaré.
 
- No hace falta.
 
Con un simple gesto de Thor las ropas de Jake cambiaron y se sintió fresco y descansado, como si se estuviese duchado y hubiese dormido una noche entera.
 
- ¡Increíble!
 
- Bien, ya es hora de marcharnos.- Thor chasqueó los dedos y los tres desaparecieron.


                                                                
 
 
Bajo la superficie de Asgard, hay todo un inframundo habitado por criaturas a cual más oscura y inmunda. Uno de los reinos ocultos a la vista de la luz del sol, es
Gundersheim, el reino de los trolls de las cavernas.
En una húmeda y oscura morada, vive uno de los guerreros más grandes de toda la historia de su raza. No es otro que Ulik el troll.
 
-¿Quién se atreve a molestarme?
 
Eran tres guerreros troll, bien armados, como dispuestos para la guerra.
 
- Venimos a buscarte, nos envía Geirrodur el rey de los trolls.
 
- ¿Qué es lo que quiere de mí?
 
- Te reclama para que le acompañes a la gran caverna de Horenain.
 
Hacía eras que ningún rey de los trolls pisaba esa caverna sagrada. Sin duda debía ser algo importante.
 
- Bien, os acompañare.

                                                               




 
- Vvoy a gannar, lo vaid a ved ...*
 
Dicho esto, el hombre se derrumbó. Los clientes del local estallaron de jubilo al ver como era el quinto hombre que caía inconsciente y su contrincante seguía fresco como una rosa. Hércules estaba en su salsa, sentado en la mesa, rodeado de jarras de cerveza vacías y hermosas mujeres.(5)
 
 
- No es una competición justa, con su metabolismo olímpico puede tumbar bebiendo a todos los del local sin inmutarse.- Comentó Jake
 
- Diviértete, Jake ¡la noche aún es joven!- Dijo en voz alta Thor.
 
- ¿Y como llevas la vida de casado? Recuerdo que nunca has sido muy devoto del matrimonio.- Dijo Jake.
 
- Brighit es una mujer espléndida, una belleza, además de inteligente y con un gran corazón. Algún día la conocerás, amigo mío. –Tras decir esto, le metió un largo trago a la enorme jarra de cerveza.
 
- Se te ve ausente, Leir.
 
- Pensaba ahogar mis penas con la bebida, pero el sabor de la cerveza no ahoga mis problemas. En otros tiempos era un buen método, parece que ya no funciona como antaño.- Dijo intentando sonreír.
 
- Los asuntos del corazón son difíciles de olvidar ¿Quién es la afortunada?
 
- Nadie que conozcas, dios del trueno.- Dijo el dios celta sin mucha convicción.
 
Thor decidió no ahondar en el tema. Sabía sin duda alguna que era Sif la que ocupaba los pensamientos y el corazón de Leir. Varias veces intento conquistar a la diosa guerrera sin éxito en el pasado y la autoestima del dios de la lanza y el rayo estaba de capa caída por ese motivo, tendría que hacer algo al respecto.
 
Thor se llevó la mano a la cabeza, notaba como un mareo, una nausea. Y de repente, lo supo. Él estaba aquí.
 
- ¿Lo notáis también vosotros?
 
Leir asintió y Hércules llegó al lado de sus compañeros con cara de preocupación.
 
- ¿Qué es lo que ocurre?- Preguntó Jake.
 
- Tenemos que marcharnos, un gran peligro nos amenaza.- Contestó Thor.
 
Una joven se acercó a Hércules. Este vestía de paisano, pero aún así, como siempre no dejaba indiferente a las mujeres.
 
- ¿Ya te marchas?
 
- El deber me llama, bella dama.
 
Tras salir del local, Thor cambió sus vestiduras de calle por sus habituales trajes.
 
- Será mejor que te marches, Jake, esto va a ser peligroso.
 
- De acuerdo. Tened cuidado ¿y si aviso a los vengadores?
 
- No, esto es un asunto de dioses.
 
 
 
 
Cerca de allí, flotando sobre los enormes rascacielos de New York, estaba una figura alienigena. Su nombre era Desak y se hacía llamar el destructor de panteones. Viendo a los habitantes de este mundo, no podía si no recordar su mundo natal, su hogar. Su vida anterior bajo el yugo de los dioses parecía ahora un sueño, una pesadilla envuelta en una espesa niebla. La imagen de su hija Loatia siendo sacrificada a los dioses es algo que siempre le perseguirá y le daría fuerzas para cumplir su misión, la de acabar con todos los autoproclamados dioses del universo, no cejaría hasta no haber acabado con el ultimo de ellos. El poder otorgado por el medallón que llevaba en el cuello y que le fue dado por un espíritu para poder cumplir su venganza, le daba la fuerza necesaria para ello.(6)
Descendió a una distancia de pocos metros del suelo. Las personas que caminaban por la calle vieron con temor como una figura con aspecto alienigena, ojos rojos ardientes y armada con un hacha de guerra y un escudo estaba sobre sus cabezas.
 
- ¡Debéis liberaros de vuestras cadenas! ¡vuestros días de servidumbre a los dioses han terminado! ¡he venido a liberaros!
 
 
- Pretendéis romper unas cadenas que no existen, Desak.
 
- Te conozco, tu eres Thor. Y tus compañeros son también parte de los que debo exterminar.
 
- Desak, te lo advierto, no quiero hacerte daño. Se lo que has sufrido de la mano de unos seres que no merecen ser llamados dioses, pero no todos los dioses son iguales, nosotros no buscamos ninguna servidumbre, solo proteger a los mortales.
 
 
- ¡Mentiras! Lo único que buscáis es gobernar sobre los débiles, ganaros su adoración para controlar sus vidas.
 
Un rayo de energía impacto contra Desak.
 
- ¡Basta de palabras! Es hora de que hablemos en el campo de batalla.- Gritó Leir.
 
- ¡Bien dicho! Le enseñaremos a este villano que es inútil enfrentarse a el príncipe del poder y sus amigos.- Dijo Hércules.
 
El dios celta de la lanza y el rayo comenzó a descargar sus lanzas de energía sobre su enemigo. Estas impactaban una y otra vez sobre Desak, iluminando la noche en la ciudad y haciendo desaparecer la figura del guerrero entre estelas de energía. Cuando el humo se despejo, Desak estaba intacto.
 
- No puede ser.
 
- El poder de nuestro rival es más grande de lo que piensas, Leir.
 
- ¡Pero nadie es más poderoso que el hijo de Zeus!
 
El semidiós olímpico se abalanzo sobre el destructor de panteones y su poderoso puño impacto en el rostro del alienigena. Este cayó al suelo, levantándose con una rapidez tremenda para alguien de su tamaño, cargado con la energía que había absorbido de las lanzas de energía de Leir, Desak descargó un tremendo golpe sobre el hijo de Zeus. Tal fue la fuerza del golpe que Hércules voló por el cielo hasta impactar violentamente con un rascacielos, atravesando varios pisos hasta que se detuvo.
 
- ¡Hércules! Si lo has matado ¡te enfrentaras a la ira de Thor!
 
Tanto Desak como Thor cargaron el uno contra el otro violentamente. Cuando chocaron todos los cristales de los edificios adyacentes saltaron hechos añicos debido a la tremenda onda de choque.
Antes de que Desak pudiese recuperarse del golpe, Thor golpeó el suelo con su martillo encantado y el cielo empezó a tronar, llenándose de enormes nubes negras. El poder de la tormenta se descargaba sobre su enemigo, los rayos cayeron sobre él con inusitada furia.
 
- Quien siembra tormentas ¡recoge tempestades!
 
Thor lanzó un golpe con su martillo rebosante de energía en un golpe mortal contra el rostro de Desak mientras con la otra mano lo sujetaba por el cuello.
Para sorpresa del asgardiano, este paro el martillo a escasos centímetros de su cara.
 
- No soy tan débil como vuestros adoradores. Yo puedo eliminaros.
 
Con un violento movimiento Desak arrojó al aire a un todavía sorprendido dios del trueno. Del hacha del alienigena surgió una descarga de energía que golpeó al señor de Asgard. Thor con la capa humeante y desgarrada aterrizo en el suelo.
 
- Te crees capaz de juzgar quien merece vivir y morir. Te crees mejor que nosotros, cuando no hacemos mal alguno. Te crees un salvador cuando no eres más que un asesino que se esconde tras palabras vacías. ¡Por la memoria de mi difunto padre que impediré que hagas sufrir a nadie más!
Thor hizo girar Mjolnir con mucha fuerza y este empezó a brillar con un fulgor dorado, el martillo de uru salió despedido de la mano de su amo e impacto contra el destructor de panteones.
Justo en ese momento, atacó también Leir.
 
- ¡Por los hijos de Danu! ¡Te venceremos, vil criatura!
 
Como un enloquecido berserker, el dios celta golpeó una y otra vez a su enemigo.
Cerca de allí, un aturdido Hércules de recuperaba del tremendo golpe que le había dado Desak. Se encontraba rodeado de escombros. Por suerte, era un edificio de oficinas que cerraba de noche y no se encontraba nadie en el momento del impacto. Esta tenia que ser una noche donde se divirtiesen unos viejos amigos y podría acabar siendo una batalla a muerte con un enemigo implacable. Se incorporó y observó por el enorme boquete que había hecho al impactar, que estaba a muchos pisos de altura. Tardaría mucho en llegar con sus amigos, quizás fuese demasiado tarde. Escuchó algo, era el ruido de un helicóptero. Sonriendo, cogió carrerilla y saltó varios metros por al aire, pudiéndose agarrar al helicóptero. El piloto, al sentir que algo se había agarrado miró hacía abajo y observó a Hércules subiendo hasta el asiento de copiloto.
 
- Buenas, mortal,  no te asustes, soy Hércules.
 
-  ¡Dios santo!  No me des esos sustos, eres un vengador ¿verdad?
 
- Estas en lo cierto, necesito de tu ayuda.
 
- ¡Claro! Tu mandas, vengador.
 
Thor esquivó el filo del hacha de Desak y devolvió el ataque con su martillo.
El guerrero alienígena agarró a Thor por los restos de su capa y  comenzó a voltearlo por el aire y golpearlo contra todos los objetos que encontraba en su camino. Después lo lanzó con fuerza contra un camión.
La policía había hecho un cerco, por el que miraban varias docenas de curiosos. No todos los días podías ver una batalla entre dioses.
Mientras el asgardiano se recuperaba del golpe, Leir lanzó varias lanzas de energía para distraer a Desak.
Este se quedó inmóvil, mientras recibía los ataques del dios.
 
“- ¿Dudas de tu misión?”
 
Ante él estaba el espíritu con forma de una hermosa mujer, la mujer que le había dado el poder con el que destruir todos los panteones del cosmos.
 
- Nunca.
 
“- Pues basta de juegos. Acaba con sus vidas, siégalas como la hoz siega el trigo.”
 
Desak golpeó el suelo con su hacha y la onda expansiva derribó a los dos dioses.
Desenvainó la espada que llevaba colgada a la espalda y tiró el escudo al suelo.
 
- La muerte os reclama. Y pronto tendréis mucha compañía.
 
Próximo Número: ¿Podrán Thor, Leir y Hércules derrotar al destructor de panteones? ¡La conclusión en el próximo número!





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