La Vision nº03

Título: Asuntos de familia (III)
Autor: Lobo Rojo
Portada: Edgar Rocha
Publicado en: Septiembre 2004

La guerra interna en la Maggia continúa. Y cuando la Visión se vea obligado a enferentarse a un viejo enemigo para evitar un asesinato... se llevará la mayor de las sorpresas!!
Posee un cuerpo artificial que le dota de enormes poderes: controla su densidad, posee una mente computerizada y una joya solar capaz de absorver y emitir grandes cantidades de energía.  Y sin embargo es su alma humana y compasiva lo que le convierte en uno de los Héroes Más Poderosos de la Tierra. El es...
Creado por Roy Thomas y John Buscema

Resumen de lo publicado: Por orden de un nuevo Gran M, asesinos de Maggia están eliminando a antiguos líderes y supervillanos de la propia organización. Los Vengadores investigan un ataque al Siniestro Segador que les hace tomar cartas en el asunto. Cuando los Vengadores acuden a una emergencia al proyecto Pegaso, la Visión toma la decisión de no acudir para intervenir en una refriega entre los mercenarios de Maggia dirigidos por el hombre llamado Leopoldus, y el Segador. Aunque el jefe de los mercenarios logra escabullirse, sus hombres y el Segador son capturados por la Visión y un comando de agentes de SHIELD dirigidos por el Teniente Chance. Para desesperación de la Visión, el vengador se entera de que una bomba estallará en breves segundos en el Palatino, donde cena Joseph Manfredi. Allí brindan felices dos de sus amigos, Norman y Darby. La bomba explota.


Pese a su avanzada edad, el gran jefe Alce Negro, último adalid de la nación Cheyenne en el Siglo XXI, se erguía orgulloso a la salida de los juzgados federales. Alrededor de él se aglutinaban los chicos de la prensa, tanto en sus facetas escritas como audiovisuales. Había ganado su reclamación, y de este modo un pequeño territorio considerado sagrado para su Pueblo, había sido arrancado de las garras de una especuladora petrolífera y devuelto a sus legítimos propietarios. De nuevo David había vencido a Goliath.

Al otro lado de la calle, sobre la azotea del edificio opuesto a los juzgados, Jeff Raymond, asesino de alquiler, situaba su mira telescópica sobre la frente del anciano jefe. Un pequeño e inquietante punto infrarrojo oscilaba esquivando los movimientos de abogados, familiares y periodistas mientras buscaba acomodarse sobre la cabeza del orgulloso ganador. El dedo del asesino acariciaba con mimo el gatillo mientras esperaba el momento oportuno. Un momento que nunca llegaría...

Sin previo aviso un afilado tomahawk partió en dos su arma de fuego. A escasos metros detrás de él, vislumbró a un hombre ataviado con indumentaria piel roja, y con su rostro oculto por una máscara con forma de cabeza de lobo. Junto a él lo que parecía un temible perro-lobo, enseñaba sus colmillos amenazadores. Antes de que el asesino pudiera reaccionar, el indio se abalanzó sobre él y le dejó inconsciente de sendos puñetazos.

Breves minutos después, Joss Walton, ayudante del sheriff Callahan, encontró al inconsciente asesino atado de pies y manos. Junto a él una nota manuscrita, Recuerdos de Lobo Rojo.


Desde el ventanal del ático del rascacielos neoyorquino donde el Gran M reside, se podían ver las llamas del hotel Excelsior. Varias manzanas al oeste, la columna de humo levantada por la bomba colocada en el restaurante Palatino parpadeaba ante las oscilantes luces de los vehículos de socorro que allí acudían, policía, bomberos, ambulancias... Desde su atalaya, el Gran M observaba con sus prismáticos electrónicos como evolucionaba la situación. Mirando atentamente pudo vislumbrar como en la trayectoria que unía los dos edificios siniestrados, la peculiar figura verde y dorada de la Visión flotaba en dirección al Palatino.

-¡Ja! Esos Vengadores, siempre corriendo en una búsqueda continua de salvar vidas humanas. Son tan predecibles... - La ceniza de su humeante habano caía sobre la lujosa alfombra. – Seguro que en su preocupación de salvar inocentes ha permitido que nuestro buen amigo Leopoldus se escabullese del Excelsior. Fabio, haz el favor de recoger la ceniza, y mañana que pongan una alfombra nueva, esta está sucia. Una de las que compramos en Estambul, por ejemplo...

- Sí señor, - Dijo el hombre vestido de mayordomo. – Si me permite recordarle tiene al señor Mason al otro lado del comunicador, en la frecuencia de seguridad ultra secreta. Lleva esperando cinco minutos.

- ¿Mason?, Mason... ¡Ah, sí! Phineas Mason, ¡El Terrible Chapucero! Un viejecillo lleno de recursos, dado que ha logrado conectar con la frecuencia más protegida de Maggia. Parece mentira, recuérdame que dé la orden a los técnicos de desconectar esta línea y colocar una más segura cuando acabe la conversación. ¿Señor Mason, sigue ahí?

Al otro lado de la línea se oyó la voz del ingenioso diseñador de armas.

- Estimado Gran M. Dado que tarda más de un minuto en contestarme y no estoy dispuesto a consentir que mi llamada sea localizada, ni por usted ni por terceras partidas, me veo obligado a dejarle este mensaje grabado. Es una lástima, dado que entre caballeros, uno prefiere solventar las diferencias directamente. Iré al grano. Jamás me he metido en los asuntos de la organización que usted dirige, o quiere actualmente dirigir, ni se cuál es el estado de su liderazgo ni me interesa. Yo tan solo soy un humilde trabajador, que intenta mantener su negocio contra viento y marea. Contacto con usted para exponerle la siguiente queja. Una de mis sucursales ha sido asaltada y destruida recientemente al convertirse en el escenario de una de sus últimas operaciones. Concretamente, en la que se intentaba eliminar a uno de mis más antiguos clientes, el Siniestro Segador. Verá, lo que le ocurra al Segador fuera de mi local no me importa. Tengo muchos más clientes como él. Pero mis laboratorios son, digamos..., una especie de santuario neutral entre criminales. Si Spiderman o Daredevil irrumpen en uno de ellos, intento eliminarles mientras apechugo con lo que puedo y me resigno a las pérdidas. Pero que se convierta en lugar de disputas entre conocidos profesionales es un atentado a la más alta de nuestras dignidades morales y profesionales. Le ruego por tanto que se abstenga de repetir semejantes operaciones en mi terreno. Próximamente le haré llegar una factura por el valor de los desperfectos materiales causados. Ruego ingrese el efectivo en el número de cuenta Suiza que adjuntaré para tal efecto. Deseándole toda la suerte del mundo para sus ambiciosos proyectos y esperando que me tenga en cuenta a la hora de hacer nuevos negocios me despido, no sin antes advertirle que aunque desconozco su verdadera identidad, ni me importa, ni me afecta, sino alcanzásemos el acuerdo económico que le ofrezco, me vería obligado a intentar descubrirla, y créame que lo conseguiría, También ruego que comprenda que como compensación al trato recibido por el Segador en mis instalaciones, me vi obligado a compensarle poniéndole sobre la pista del equipo de mercenarios insensatos que arrasaron mi laboratorio y se cobijaban en el Hotel Excelsior.

- ¡Ja,ja,ja! ¿Qué te parece Fabio? – Rió Gran M a mandíbula batiente

- Indignante y presuntuoso, señor – Contestó el sirviente

- No hombre, no. El viejo tiene estilo. Informa a los de contabilidad que cuando llegue la factura del Chapucero ingresen la cantidad, con la discreción que les caracteriza, en la cuenta indicada. Hasta el último centavo, ¿Me oyes? Ahora, eso sí, sin dejar rastro.

- Pero señor, ¿No sería más fácil eliminarle?

- No, hombre no. Somos hombres de negocios. Ya estamos embarcados en una guerra, y aunque vamos ganando no podemos permitirnos abrir más frentes. Que se le pague... por esta vez.

Y tras decir esto volvió a mirar con sus prismáticos hacia la columna de humo, mientras se preguntaba. - ¿se sabe algo de Leopoldus?


En la pantalla de un ordenador que no encontraríais en ninguna gran superficie, el rey de una partida de ajedrez era puesto a salvo mediante un simple movimiento a la izquierda, un cursor cliqueo Responder en la botonera y un mensaje partió por la Red.


Mientras la Visión volaba intangible hacia el edificio en llamas donde se hallaba el bombardeado restaurante Palatino, el comunicador de los Vengadores que portaba se activó.

- Visión, ¿Dónde estás? ¡Te necesitamos ya en el Proyecto Pegaso! – Sonó la grave voz del Caballero Negro, líder de los Vengadores.

- Me temo que tendréis que prescindir de mi presencia, Dane Whitman. Una emergencia personal requiere mi atención en el centro de Manhattan.

- Visión, ¿Qué haces todavía en Nueva York? La alerta roja sonó hace media hora, ya deberías estar llegando al Proyecto Pegaso...

- Caballero Negro, lamento informarte que en este mismo instante me es imposible acudir en vuestra ayuda.

- ¡Visión, la situación aquí es gravísima...!

- Pues entonces sugiero que la hagáis frente con toda la profesionalidad y capacidad de la que los Vengadores siempre han hecho gala... Dijo el sintozoide mientras se adentraba en el restaurante en llamas...

- ¡Maldición, Vis...-BBBBZZZZZZZZZZZZ

De inmediato la Visión alejó de su mente el peligro al que se enfrentaban sus compañeros. En ese instante no podía hacer nada por ellos, mientras que en las ruinas del Palatino había inocentes atrapados, gente herida que le necesitaba y a la que podía ayudar. En definitiva, vidas que salvar. Casi automáticamente liberó a un par de comensales del círculo de fuego en el que estaban atrapados y les condujo hacia la salida más cercana. Se adentró todavía más en el restaurante cuando el llanto de un niño y los gritos de una mujer desesperada atrajeron su atención. Llegó hasta ellos en forma inmaterial, y tras despojarse de su capa la utilizó para cubrirles y protegerles de las llamas gracias a las moléculas inestables de su tejido. Acto seguido cogió entre sus brazos el cuerpo inconsciente del que debía ser marido y padre de los afectados y guió a la familia hasta la salida, dejándolos en manos de los equipos de rescate que llegaban al lugar. Recuperando su capa se adentró de nuevo en el infierno creado por los asesinos de Maggia, jurando que el dolor que habían infligido a los clientes del local sería vengado. No podía quitarse de la cabeza que en algún lugar del restaurante sus amigos Norman y Darby debían estar atrapados. No quería pensar que no estuviesen vivos. De nuevo condujo a un trío de ejecutivos de Wall Street hasta los equipos de salvamento. Maldito mega restaurante de tres plantas. Utilizó su capa para apagar las llamas de un hombre que aparentaba ser una réplica de la Antorcha Humana. Pese a la gravedad de las quemaduras del hombre, la Visión no pudo evitar recordar su origen a manos del profesor Phineas T. Horton. Ni rastro de sus amigos. Había perdido la cuenta de los salvamentos realizados cuando una débil voz llamó su atención.

-Vi..Visión, aquí...- Un maltrecho Norman Webster sostenía entre sus brazos a la seminconsciente Darby – Socorro, ¡Coff! ¡Coff!.

La Visión reprimió el alivio de ver a sus amigos vivos, y acudió raudo a su lado. Simuló sorpresa ante la presencia de Norman.

- ¿Norman Webster? Han pasado años... ¿Estás herido?

- Coff, Coff... No, tan solo magullado... Ocúpate de mi chica, por favor, parece que está muy herida.

- Agárrate a mi cuello y os sacaré de aquí. Cúbrete con mi capa.

La Visión tomó en sus brazos a Darby, mientras Norman se acomodaba en su espalda. El vengador miró con ternura y preocupación a la chica, cuyo estado tenía bastante mal aspecto. Ella abrió los ojos momentáneamente y al ver a su salvador murmuró...

- ¡Víctor...! Qué suerte que hayas venido... Y perdió el sentido.

El vengador pensó que la suave y débil voz de Darby, amortiguada por el fragor de las llamas, no alcanzó a los oídos de Norman. Pero no fue así. Los ojos de Norman al escuchar a Darby mencionar a Víctor, se congelaron de tristeza. ¡Su chica en una situación desesperada, llamaba en su delirio a otro hombre! En la confusión, Norman no podía imaginar que Víctor Shade, el amigo de confianza de Darby, y la Visión, un antiguo amigo suyo, eran la misma persona, y ella lo sabía. El trío de amigos avanzó a través de las llamas hasta la salida, donde de nuevo los equipos de rescate atendieron a los amigos de la Visión. Durante un instante el vengador dudó si permanecer al lado de sus amigos, pero enseguida recordó que su prioridad debía ser reincorporarse a las tareas de rescate. Por lo que sin mediar palabra, emprendió el vuelo hacia el interior del Palatino.

- Suerte vengador... y gracias. – Musitó Norman al verle desaparecer entre el humo.


Interludio: En la Bahía de Jamaica, (Jamaica Bay), una ensenada del Océano Atlántico en el sudeste del estado de Nueva York, situada más concretamente al oeste de Long Island, un extraño fenómeno tenía lugar ante los asombrados ojos de dos pescadores de acampada junto a la orilla.

- Eh, Charlie... ¿Qué es aquello? ¿Ves aquel extraño brillo sobre el agua?

- Un fulgor verde,... no, rojo... ahora es amarillo...Increíble. ¿Tienes la cámara?

- No... ¡Mira, ya se ha ido! ¿Qué sería?

- Yo que sé. ¿Cómo que no has traído la cámara? ¡Mañana pensaba hacer mi mejor captura, y quería inmortalizarla!

- ¿Tu mejor captura? ¡Ja! Tranquilo eso lo puedes hacer cualquier día. Todavía no te he visto pescar una pieza que merezca la pena ser considerada. Y llevamos ya seis años viniendo aquí...

- ¡Pero qué dices! ¡Anda ya! Pásame otra cerveza.

Sin que los dos fanfarrones se percatasen de ello, dos voluminosas figuras fueron avanzando lentamente desde el interior de la bahía hacia la orilla, en dirección a la hoguera donde la pareja discutía. La discusión entre los dos pescadores continuó durante unos minutos hasta que fue abruptamente cortada cuando cada uno de ellos fue inmovilizado por poderosos brazos. En breves segundos sus yugulares sintieron la presión de unos colmillos sobre ellos. Su sangre comenzó a brotar y la oscuridad nubló su vista, y sus vidas.

- ¡Ahhh! Tenía sed hermano. Realmente tenía ganas.

- Yo también hermano. Yo también... Ahora debemos cumplir con la misión que nos ha encomendado el amo.

- Sí... la misión del amo. Vamos.

Y los dos chupasangres se internaron en la oscuridad en dirección hacia Nueva York.


Escoltado por un pelotón de agentes de SHIELD, esposado y desprovisto de su guadaña, Eric Williams, el Siniestro Segador, era trasladado en un furgón de alta seguridad probablemente hacia una de las sofisticadas prisiones diseñadas para criminales sobrehumanos. O al menos eso es lo que pensaba él en un principio. Tras diez minutos de viaje, el vehículo se detuvo, y el Segador fue obligado a descender a empujones. Cegado por la intensidad de los focos que se proyectaban sobre él, Williams pensó durante unos instantes que en realidad se hallaba en manos de matones de Maggia, y que sus minutos estaban contados. Sin embargo pronto se sintió en el interior de otro vehículo, uno que por la vibración debía de estar deslizándose sobre raíles. Tras otros cinco minutos de viaje el vagón se detuvo, y el Segador fue obligado a descender de nuevo. Esta vez, con la iluminación adecuada a su favor, el Segador fue capaz de observar donde se hallaba.

Una sala de guerra con multitud de monitores, ahora convenientemente apagados, se hallaba a su alrededor. Multitud de Agentes de SHIELD, entre técnicos y agentes de campo parecían estar al servicio de esta operación. El Segador, recordó la base secreta de la facción de Hidra que dirigió temporalmente años atrás durante su breve alianza con el Fantasma Espacial. Abrió la boca irónicamente, y espetó...

- ¡Hail Hidra! ¿Qué pasa, nadie va a cuadrarse?

Como respuesta Eric Williams recibió un potente culatazo en la boca del estómago, que le hizo retorcer el cuerpo, y dar un paso atrás para mantenerse erguido. Su mirada de odio se clavó desafiante en el corpulento agente de SHIELD que le había propinado el golpe. Se mantuvo firme, pero en silencio. El agente Johan Cross no supo mantener la mirada.

- Agente Cross, las órdenes son conducir al detenido completamente ileso al despacho del teniente Chance. Aténgase a ellas y no se deje provocar. – Recriminó una voz por los altavoces.

Desde luego este lugar no era la prisión que el Segador esperaba. ¿Qué diablos estaba ocurriendo? Pensó el mayor de los Williams.

En su despacho, el Teniente Chance estudiaba el dossier de Eric Williams. Sopesaba la historia del Segador y lo potencialmente peligroso que podía ser adherirle a su operación. Desde luego que era un riesgo para la seguridad, pero sus conocimientos y habilidades bien aprovechados y controlados podían dar resultados extraordinarios a su misión. Miró por los monitores como Williams era conducido a través de los pasillos de la base hacia él, dejó el dossier sobre la mesa, acarició el viejo aparato de radio que, ahora totalmente obsoleto, servía de elemento decorativo de su despacho, y procedió a situarse en su butaca a la espera de la llegada del Segador.

- Adelante – Ordenó con solemnidad cuando los monitores le indicaron que el arrestado estaba las puertas de su despacho. El Segador y su escolta entraron en la sala. El esposado Williams miró todo alrededor, haciendo caso omiso del teniente de SHIELD ante el que le habían llevado.

- Dejadnos solos – ordenó la autoritaria voz de Chance a los escoltas. Estos, sin dudarlo, abandonaron la sala.

La orden sorprendió a Eric Williams, que mantuvo su postura de menosprecio hacia el teniente Chance. Finalmente le dirigió una mirada de curiosidad, Chance parecía joven pero duro. Los fríos ojos del Segador se posaron en los del agente de SHIELD. Chance sintió como un escalofrío le recorría la espalda, pero haciendo acopio de fuerzas le mantuvo la mirada.


Comenzaba a amanecer en Nueva York. Las humeantes ruinas del Palatino estaban bajo el control de los bomberos. Las ambulancias desalojaban a los últimos heridos, y la Visión terminaba de reconocer el lugar en busca de alguna posible víctima enterrada. Había sido una noche muy larga.

Mientras flota sobre los rescoldos, la Visión consulta mentalmente con su tarjeta de comunicaciones de los Vengadores y comprueba que la alerta roja proveniente del Proyecto Pegaso ha sido desactivada. Eso quiere decir que los Vengadores habían triunfado de nuevo.

Por su apariencia exterior nadie podría decir que la Visión respiraba aliviado, pero en verdad el vengador se acababa de quitar un gran peso de encima. Tras consultar brevemente con los equipos de salvamento, el vengador remontó el vuelo en dirección al Hospital Memorial donde le acababan de comunicar que Norman y Darby habían sido trasladados. Durante su vuelo, intentó contactar con el Proyecto Pegaso, pero las comunicaciones estaban cortadas.


En los pasillos del Hospital Memorial, usando su credencial de prioridad de vengador, la Visión, intentó averiguar el estado en que se encontraban sus amigos Norman y Darby. Sin embargo el caos causado en urgencias ante la continua llegada de los heridos procedentes de El Palatino no permitía establecer rápidamente la situación de cada afectado. Al notar que su presencia como vengador no hacía sino atraer la atención de heridos y curiosos, y además entorpecía el trabajo del personal del mismo, optó por abandonar el lugar y regresar bajo su identidad de Víctor Shade. Bajo esta guisa deambuló por los pasillos del centro de urgencias durante minutos.

- Eh, usted, ¿Me puede explicar que hace aquí? – dijo una voz femenina.

- Estoy buscando a unos amigos – comenzó a explicar el vengador de incógnito.

- Pues me temo que tendrá que volver a la sala de espera como todo el mundo, y esperar allí a que sea llamado o en su caso informado. Estos pasillos son zona restringida, accesible solo para el personal de urgencias... Y me temo que usted no lo es. ¿Me equivoco? – Dijo ella amablemente pero con firmeza.

Shade se fijó detenidamente en la mujer que tenía ante él. Como si saliera de un sueño, su mente computarizada inició el reconocimiento de la doctora. Antes de que sus ojos siquiera leyeran su nombre en la identificación que colgaba de su blanca bata, la Visión se dio cuenta de que conocía a la mujer. La doctora Jane Foster, una vieja amiga de su compañero vengador Thor, que en ocasiones ha prestado sus servicios médicos a los Héroes Más Poderosos de la Tierra. Dada su condición de ser artificial, el vengador sintozoide nunca había necesitado de sus servicios, por lo que en pocas ocasiones habían intercambiado palabras, de ahí que no la reconociera en un principio.

Con una impaciencia impropia de su reputación Victor Shade comenzó a pasear por la sala de espera, llegando a pensar que quizás debería usar su imagen holográfica para duplicar los rasgos de algún miembro del staff del centro y así acceder a las zonas restringidas al público y buscar a sus amigos, o al menos enterarse de su estado. Fue entonces cuando vio salir a Norman Webster de la zona de urgencias llevado por un celador en una silla de ruedas. Instintivamente se dirigió hacia él, manifestando su alegría por encontrarle sano y salvo.

- Norman, Norm... – y entonces cayó en la cuenta de que se dirigía hacia su amigo bajo el disfraz de Victor Shade, identidad que este solo conocía como amigo de Darby - Norman, ¿Cómo estás? ¿Y Darby? – Dijo reasumiendo su papel.

Al ver a Victor, Norman recordó las palabras de Darby llamándole antes de desvanecerse y el dolor de su corazón superó el de sus heridas físicas.

- ¿Victor? ¿Qué haces aquí? – Preguntó Norman, a quien el ruido de los pasillos del hospital aparentemente le habían impedido oír la voz gutural con la que el preocupado androide se había dirigido a él inicialmente.

- Darby me contó donde ibais a cenar. Al oír en las noticias la explosión de El Palatino, y el nombre del hospital donde llevaban a los heridos me apresuré a venir hacia aquí. Estaba muy preocupado por vosotros. – Se apresuró a decir el vengador.

Sí, preocupado por ella, pensó Norman para sí. Los celos le consumían por dentro, pero intentaba no manifestar sus emociones. En seguida preguntó.

- Dime, ¿No sabes nada de Darby? –

Shade, negó con la cabeza.

Victor acompañó a Norman y al celador que empujaba la silla de ruedas hacia la habitación que le habían asignado. Tras ser colocado en una cama. El celador se dirigió a Shade.

- Este hombre necesita descansar. Sería conveniente que abandonase la habitación. - Victor Shade se despidió de Norman.

- Descansa y relájate Norman. Yo me ocuparé de buscar a Darby y te informaré de su estado en cuanto lo sepa.

- Gra...gracias, Vic. – contestó el herido mientras se despedía haciendo un gesto con la mano.

De nuevo en el pasillo, Victor Shade se dispuso a buscar a su amiga, cuando una voz femenina le llamó la atención de nuevo.

- ¿Encontró por fin a sus amigos, señor? – La doctora Foster, con la carpeta de diagnósticos abrazada contra su pecho, avanzaba por el pasillo lleno de gente en dirección a los ascensores.

La Visión, dirigió la mirada a la bella doctora, y contestó mientras caminaba a su lado.

- A uno sí. Pero todavía me falta su pareja, una chica, rubia, guapa, se llama Darby...

- Lamento no poder ayudarle, señor... –

- Shade, Victor Shade.

- ...señor Shade, pero las normas del hospital solo me permiten darle detalles a los familiares directos. No puedo saltarme las reglas. – Dijo mientras se disponía a entrar en el ascensor.

- ¿Ni siquiera por un viejo amigo del doctor Donald Blake?

Blake. Al oír el nombre de la antigua identidad secreta de Thor, la doctora Foster, se quedó congelada. Arrastrados por la gente, Victor y Jane entraron en el elevador.

- ¿De qué conoce a Don? – preguntó con curiosidad preventiva Jane Foster.

- Trabajamos juntos durante largas temporadas desde hace años.

- Ya – dijo desconfiando - Yo fui su enfermera y secretaria durante largas temporadas... ¿Cómo es que nunca le vi por la consulta? Ni siquiera recuerdo que su nombre estuviera en su listín telefónico.

- Bueno, - contestó mirando al resto de los pasajeros del ascensor – seguro que conoce sus visitas a la mansión de la 5ª Avenida, donde además usted le ha sustituido recientemente...

- ¿La 5ª Avenida? ¿En frente de Central Park?

- Efectivamente. – El ascensor se detuvo en la planta a la que iba la doctora Foster.

- Entiendo, sígame. – Y Jane guió al vengador hasta su despacho. Una vez dentro cerró la puerta con llave y preguntó. - ¿Eres la Visión, verdad?

- ¿Cómo lo ha adivinado doctora Foster? – Preguntó el vengador con sorpresa mientras abandonaba su forma holográfica.

- ¡Por favor! Estuviste ayudando a rescatar heridos del lugar del incendio, luego brevemente usaste tus credenciales de vengador para intentar enterarte del estado de dos de las víctimas sin éxito. Mis experiencias con Thor me enseñaron que en el 90 % de los casos, los héroes soléis implicaros en accidentes donde algún conocido resulta afectado – contestó la doctora - ¿Cómo dijiste que se llama la chica? – preguntó mientras encendía el ordenador.

La Visión procedió a dar los datos de Darby a la doctora. El tiempo en que el ordenador tardó en ponerse en marcha, añadido a lo que tardó Jane Foster en acceder a la Intranet del centro y hallar la lista de pacientes y afectados, le parecieron siglos al vengador. Sintió deseos de conectar sus propias terminales a las del ordenador para extraer la información en dos segundos, pero por respeto a la doctora se contuvo. Finalmente Jane se volvió y con gesto serio dijo al vengador.

- Tu amiga permanece en coma. Lo siento muchísimo. Si hay algo más que pueda hacer...

- Manfredi, Joseph Manfredi... era la persona a la que intentaron eliminar con la bomba... ¿Se sabe algo de él?

- Déjame ver...Manfredi... sí, habitación 616, condición crítica, no admite visitas. Pero... ¡Espera, aquí hay algo más...!


En la otra parte del país, Thomas William Talltrees, de la Oficina de Asuntos Indios, y secretamente, Lobo Rojo, campeón de los desheredados nativo americanos, entraba en la comisaría donde el frustrado francotirador que había intentado asesinar a Alce Negro, Jeff Raymond, permanecía detenido. El sheriff Callahann y su ayudante le condujeron a la pequeña celda donde este había permanecido retenido el último día y medio. En cuanto puso sus ojos sobre él, Talltrees se dio cuenta de que algo marchaba mal. A primera vista el detenido parecía dormido sobre el catre de la celda, pero en verdad su inmovilidad era inquietante. Para asombro del agente indio y los dos policías locales, lo que había ante ellos era un cadáver.

- ¡Joss, llama al forense. Esto no es normal. – Gritó Callahann

- ¿Ha entrado alguien a verle?- inquirió Talltrees.

- Nadie desde que su abogado se fue hace diez horas. Y hace apenas cinco minutos parecía sano.

- Demasiado casual para ser natural... ¿Envenenado?

- El forense está en camino, jefe. – dijo el ayudante del sheriff.


En esos instantes en otro lugar, alguien abría su correo electrónico con impaciencia y observaba con desilusión el resultado.

- Vaya, el sintozoide todavía no ha contestado a mi último movimiento.


La doctora Jane Foster y un corpulento celador avanzan por los pasillos de la séptima planta del Hospital Memorial. Al llegar al pasillo de la habitación 759, el dúo observa a los dos agentes de policía que custodian la puerta, y tras intercambiar una mirada de complicidad se dirigen a ellos.

-¡Inadmisible, verdaderamente inadmisible! – chilla la doctora - ¿Quién es el responsable de esto, agente?

- Disculpe, doctora... – dijo el agente.

- Este hombre, Joseph Manfredi, ha sido trasladado de planta y de habitación sin contar con mi consentimiento. ¿A qué se debe? ¿Quién dio la orden?

- El teniente Stern señora... pero...

- Hablaré luego con Stern, ahora necesito pasar y comprobar las constantes vitales del paciente. – exigió la doctora Foster.

- Lo siento doctora, tenemos orden de impedir la entrada a todo personal no autorizado.

- ¿Sabe quién soy yo agente? – y antes de que el desprevenido policía pudiese contestar el corpulento acompañante de la doctora agarró las cabezas de ambos policías y chocó sus cabezas dejándoles sin sentido...

Apresuradamente la doctora y el celador se introdujeron en la habitación. Ante ellos, sobre la cama y envuelto en múltiples vendajes se hallaba la figura indefensa de Joseph Manfredi. Mientras el Celador se encarga de vigilar la puerta, la doctora Foster se dirigió al paciente.

- Tranquilo señor Manfredi, todo acabará enseguida... - y sacando un afilado bisturí del bolsillo de su bata procedió a acuchillar al herido al tiempo que gritaba - ¡De hecho todo acaba ya!

La mano de la Doctora Foster acuchilló a Manfredi, pero contra todo pronóstico su puño atravesó el cuerpo del hombre vendado. Ante sus asombrados ojos la figura convaleciente se desmaterializó, y se transformó en la Visión.

- “Doctora Foster” supongo... – dijo la Visión con ironía.

La doctora intentó huir, pero los rayos termo ópticos del vengador detuvieron su carrera. Al caer al suelo, la apariencia holográfica de la doctora Foster se desvaneció revelando su verdadera identidad, una mujer a la que la Visión no conocía. Con toda seguridad una asesina a sueldo de Maggia.

- Afortunadamente la verdadera doctora descubrió que alguien había manipulado su ordenador, probablemente para falsificar sus credenciales y localizar a Manfredi. Casi no nos da tiempo a preparar esta trampa señuelo, pero nuestra estrategia ha tenido éxito.

- No cantes victoria todavía, héroe - dijo el celador al tiempo que sacaba una pistola del interior de su bata. Sin embargo, antes de que pudiera hacer uso de ella, un rayo procedente del exterior de la habitación le derribó.

- Volvemos a encontrarnos querido “hermano”. – El tono de voz era inconfundible para los receptores auditivos de la Visón. Desde el pasillo exterior, la figura del Siniestro Segador, guadaña armada incluida, saludó al vengador sintozoide.

Por si el tono de voz no fuera suficiente, la mente computarizada de la Visión repasó las posibilidades de que en apenas nueve horas el Segador hubiera escapado de la custodia de SHIELD, a cuyos agentes lo entregó minutos antes de que se desatase el infierno del Palatino. Aunque parecía imposible, en verdad era su siniestro pseudo-hermano el que se hallaba ante él.

- Veo que contra toda probabilidad has escapado de la custodia de SHIELD antes de lo que las leyes de la lógica podrían imaginar. Da igual, me ocuparé personalmente de devolverte a SHIELD. Y de que esta vez tú presencia en prisión sea más permanente.

Y sin darle tiempo a reaccionar el sintozoide vengador embistió al villano. En cuestión de segundos la Visión usó su propia capa para envolver la guadaña del Segador, para a continuación con un mero pensamiento hacerla adquirir su máxima densidad, lo que desequilibró a Eric Williams haciéndole caer atrapado por el peso que colgaba de su brazo armado. Inclinado sobre él, la Visión le agarró del cuello al tiempo que le amenazó con su puño. En ese instante el vengador se percató de la presencia del Teniente Chance y varios agentes de SHIELD apuntándole. La autoritaria voz de Chance gritó.

-¡Está bien vengador, libera al hombre que tienes en tus manos! – El rostro del Segador esbozó una sonrisa burlona. El teniente Chance continuó. - ¡Agredir a un agente de SHIELD es un delito federal del que ni siquiera los Vengadores estáis exentos!

- ¿Agente de SHIELD? ¿El Segador?

La escalofriante carcajada de Eric Williams resonó por los pasillos del Hospital Memorial.

Continuará...


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